« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
XV DOMINGO ORDINARIO
La palabra misión–misionero suena muchas veces en la Iglesia. Antes sólo la oíamos con referencia a países lejanos. Las misiones. Hoy es una palabra que tiene su fuerza también aquí. Hablamos de Parroquia misionera, misión de los seglares en la Iglesia... Y siempre la palabra tiene el mismo sentido. Dios nos envía a ser testigos suyos. El Evangelio de este Domingo nos cuenta la vocación y misión de los Apóstoles y nos clarifica muchos detalles de nuestra vocación misionera.
- ¿QUIÉN ES EL QUE LLAMA?
"Jesús llamó a los doce". Siempre es Dios el que llama. La vocación cristiana es siempre iniciativa divina. "Yo os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto" (Ju. 15. 16).
En la primera lectura vemos que Amós, les dice a los que se quejaban de su molesto profetismo: "El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel"
Jesús llama a estos Doce y a los setenta y dos discípulos (Luc 10.1) y dice el Evangelio cuando los llama por primera vez: "Llamó a los que quiso... designó a estos doce"... y los va nombrando uno a uno.
Desde entonces Jesús no ha dejado de llamar. La lista sería interminable: María, Pablo, Javier, Teresa... y tú y yo.
Es importante caer en la cuenta de que es el mismo Jesús quién nos llama. Es muy bueno cerrar los ojos, abrir el corazón y decirle: "Jesús, gracias, porque me has llamado. Aquí estoy".
- ¿PARA QUÉ NOS LLAMA?
"Los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos..."
Los llama para enviarlos a luchar contra el mal. En palabras de hoy diríamos, para que vayan haciendo la "civilización del amor"
El Señor quería un mundo, donde floreciera el amor. Un mundo en el que el mal de la injusticia, el error, la mentira, el egoísmo... fuera vencido por el bien. Un mundo donde la gente viviera feliz. Y a ese mundo los manda, como se lo repetirá al final de su vida:
"Como el Padre me envió, así os envío Yo... Recibid el Espíritu Santo... A quienes les perdonéis los pecados..." (Ju 20.21)
– Y a ese mundo también nos envía a nosotros. Cada uno tenemos un papel. Médico, poeta, sacerdote, trabajador, contemplativo, político, joven, mayor... Jesús cuenta con todos. Somos enviados a la parcela de nuestra vida, al campo de nuestra influencia... a sembrar el bien.
¿Qué haría Jesús en mi caso? ¿Cómo se tomaría mi vida?
Él nos anima a luchar contra el mal, que anida en nuestro corazón y ese otro mal difuso, potente, que llena el mundo. Desde la corrupción, a las "estructuras del pecado". El mal del desamor, de la injusticia, de la in- fidelidad, de la mentira... está muy metido en los entresijos de la vida de cada día.
El Señor me manda a que con mi presencia, mi compromiso creyente y mi oración sintiendo la ayuda de los hermanos... vaya haciendo mejor, más habitable, hasta más bonito, este mundo.
- ¿EN QUÉ CONDICIONES NOS ENVÍA?
"Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más..." Quería que fueran como pobres de solemnidad, sin más apoyo que la confianza en Él. Y el Evangelio muchas veces habla del éxito de su trabajo, cuando lo hacen "en su nombre". Pero no tienen más suerte que su Maestro, en cuanto a fracasos, dificultades y persecuciones.
– Nosotros, seglares, religiosos y sacerdotes, necesitamos esa urgencia de sentirnos enviados. Y esa conciencia de que Él nos acompaña. Que vamos en su nombre. Que lo nuestro es sembrar, procurar con la oración un buen tempero. El hará crecer la mies y sobre todo, Él sabe dónde nuestro trabajo va dando fruto. Nada se pierde. Tal vez el sol que aquí no vemos, a pesar de nuestro empeño, luce en otro lugar. Y todos somos Iglesia, enviados a hacer el Reino del Señor.
+ Mons JOSÉ MARÍA CONGET