¿QUÉ ES ESTO DEL ADVIENTO?
Queridos amigos/as
El tiempo de Adviento es una oportunidad para preparar la Navidad. Nos podemos preguntar, ¿Qué es esto del Adviento? Es preparación, entrenamiento, para reconocer de que como personas nos “enfriamos” para vivir la tensión de la presencia de Dios entre nosotros y necesitamos un tiempo de esfuerzo y confianza para que en la Navidad podamos gritar: ¡Dios entre nosotros!
Adviento es descubrir que en la rutina de la vida está Dios y que en la rutina de nuestros días corremos el riesgo de no descubrirlo y entonces somos invitados a la vigilancia, ya que Dios salta o llega en cualquier sitio, cuando menos lo esperamos.
Adviento es reconocer más y mejor a Dios. Uno reconoce al que conoce. Cuando esperamos a alguien que queremos, vivimos la inquietud de la espera y la necesidad de abrazarle con el fin de celebrar la alegría del encuentro. Este es el tiempo de preparación para el encuentro con el Hijo de Dios.
Adviento es como un camino para agudizar la búsqueda de Dios en el silencio y la oración, en los acontecimientos y en las ausencias, en los encuentros y en los desencuentros. Es buscar a Alguien y no cruzarse de brazos.
Adviento es ponerse de rodillas e implorar, no un día, sino todos los días…que hoy estoy triste, sin luz y camino en la oscuridad, sabiendo que existe la luz, pero no la encuentro.
Adviento es gritar desde lejos para encontrarnos con el Padre que nos abraza, que no nos pide cuentas, que celebra la fiesta del encuentro y que nos hace sonreír en medio de la angustia.
Adviento es arriesgarse a creer, a salir de nosotros mismos y romper con el espacio cerrado donde estamos metidos.
Adviento es tiempo de parar las metralletas para descubrir un rincón de amor en cada corazón de quienes sufren la guerra y así un día no lejano puedan abrazarse como hijos de Dios.
Adviento es ese tiempo privilegiado en el que dejamos abiertamente que el Espíritu de Jesús haga en nosotros un túnel en medio de nuestra noche por el que alcancemos la Luz, Jesús presente entre nosotros. Dios no está lejos, aunque le sintamos lejano. Quizá no le vemos porque no nos arriesgamos a hacer algo o porque no queremos de todo corazón salir de donde estamos metidos. Este tiempo es una nueva oportunidad para cada uno de nosotros.
Un saludo. Fernando Jordán Pemán
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