CARTA DE CUARESMA 2025

CUARESMA EN EL AÑO JUBILAR 2025

Queridos hermanos/as

Comenzamos la Cuaresma del Año Jubilar 2025 con el apellido: “Peregrinos de esperanza”. La Cuaresma es un camino de conversión para crecer  en el  encuentro con Jesús.

En este tiempo estamos invitados a vivir una experiencia más intensa y extensa de oración, con una lectura reposada de la Palabra y una mano extendida en la vivencia de las obras de misericordia.

Este tiempo cuaresmal es propicio para ahondar en nuestro corazón, donde escuchemos y dialoguemos con el Señor, a esto llamamos oración. Para solicitar la misericordia y extenderla a los demás, ya que sólo así nos sentimos abrazados y nos pone en pie para sentirnos peregrinos de esperanza permanente, esto conecta con la conversión y finalmente hagamos del  ayuno un instrumento que nos ayude a descubrir el camino auténtico para encontrarnos con Jesús, dejando a otro lado los reclamos esclavizantes  o que puedan despistarnos en el peregrinaje de la vida.

El Señor tiene una manera muy especial de decirnos que nos acompaña y que está a nuestro lado. Lo hace a través de hermanos que caminan a nuestro lado, sin invadir nuestra interioridad, pero dejando huellas cotidianas que siembran simpatía, ayuda, servicio, compasión y una profunda ternura para no caer en la tristeza que aísla o deprime.

Este Año Jubilar que lo estrenamos el día 24 de diciembre pasado, Nochebuena, tiene un recorrido de apertura a la escucha del otro, creciendo en diálogo y siendo participes todos del mensaje de Jesús (Cfr. Sínodo de la Sinodalidad, 2024) y que lo clausuraremos el próximo día de la Epifanía de 2026. En este periodo de tiempo tenemos la oportunidad de dejarnos transformar  nuestras vidas   por la gracia. Esta nos toca sobre todo cuando estamos profundamente apenados y nos sentimos ansiosos de la luz que irrumpe en nuestra oscuridad y escuchamos que nos dice: “Te amo”.

“Peregrinos de esperanza” somos todos aquellos que entramos en el tiempo de la misericordia y del perdón, para que   descubramos el regalo de la consolación ante la tribulación y el don de sentirnos habitados por la gracia divina.

Un saludo

Fernando Jordán Pemán, Párroco

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