HOMILÍA
Celebra hoy la Iglesia la Solemnidad de Cristo Rey con la que se termina el año litúrgico que hemos vivido de la mano del evangelista San Marcos. A partir del próximo domingo, primero de Adviento, comenzaremos un nuevo ciclo litúrgico, esta vez con la ayuda del evangelista San Lucas. Hoy recordamos que Jesús es el principio y el fin, el rey del universo. Así lo recordamos, así lo adoramos. No lo vemos como un rey al estilo de los reyes de la tierra porque sabemos que para él, servir es reinar, reinar es servir. Su corona es de espinas. Su trono es la Cruz.
Y en este año, la fiesta de Cristo Rey está unida a esa tragedia que ha provocado muertes, heridos, personas que lo han perdido todo, hombres y mujeres que miran con angustia el futuro y que no saben cómo llegarán a superar. Por eso, la Iglesia española ha decidido que todo lo recaudado, en las diversas eucaristías que se celebren este día, irá destinado a socorrer a los afectados por la Dana. A cada uno de nosotros se nos pide que pensemos con el corazón; que hagamos, por los que están sufriendo, lo que querríamos que otros hicieran por nosotros.
En la medida que podamos, demos, compartamos lo que tenemos. Hace unos días, un periodista relataba la noticia de cómo un pueblo pobre del centro de África, que había sido socorrido por soldados españoles, había hecho una colecta para ayudar a los españoles que antes les habían ayudado a ellos. La cantidad aportada era muy pequeña pero, la memoria de la ayuda recibida, había despertado en ellos una generosidad que no se media por la cantidad del dinero dado sino por el recuerdo agradecido y el deseo de corresponder. Amor con amor se paga.
Si ellos, desde su pobreza, han querido ayudar con lo que han podido ¿Qué haremos nosotros? Cada grupo de cristianos, que hoy se reúnen en tantas iglesias, estamos llamados a dar, incluso de lo necesario.
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