HOMILÍA
Celebramos hoy los cristianos la fiesta del Corpus Christi. Con ella, recordamos la presencia de Jesús en la Eucaristía, en el pan y en el vino consagrados, que recibimos cuando comulgamos; que guardamos como un tesoro en el Sagrario; que llevamos por las calles en la Custodia o cuando lo hacemos llegar a los enfermos en forma de Viático. El Jesús que desapareció, de la vista de los suyos, el día de la Ascensión, quiso también quedarse a nuestro lado de una forma más misteriosa, si se quiere, pero no por eso menos real y menos efectiva. Cuando entramos en una iglesia y vemos una pequeña luz roja en algún lugar sabemos que Él está ahí esperándonos, llamándonos, acompañándonos, escuchándonos. ¡Qué bueno es saber que Él está a nuestro lado!
En este día del Corpus no podemos olvidar a los niños y niñas de nuestras parroquias que este año han recibido la Primera Comunión y que hoy, vestidos de nuevo con sus mejores galas, acompañaran a Jesús por las calles sembrándolas de flores, de cantos y de música, de algarabía y sonrisas. Recemos para que estos niños no olviden la experiencia que han vivido. ¡Ojalá que los regalos recibidos no les oculten el regalo con mayúsculas que es Jesús! ¡Ojalá que la Primera Comunión no sea la última! Y, para eso, nada mejor, que el ejemplo que los adultos de la comunidad les podamos ofrecer. No les defraudemos.
El día del Corpus es también el Día de la Caridad, el día del Amor fraterno, el día en el que los pobres y los necesitados puedan encontrar en nosotros el cálido abrazo de quien los considera hermanos. En esta Jornada, Cáritas llama a nuestro corazón y nos pide que echemos mano a nuestro bolsillo y sepamos compartir lo que somos y lo que tenemos con quienes carecen de lo más imprescindible. Los sobres recogerán lo que el amor nos dicte a cada cual, según nuestras posibilidades.
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