HOMILÍA
De la mano de San Lorenzo, cuya fiesta se celebra este fin de semana y con la vista puesta en la Solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora a los Cielos que llenará de alegría tantas parroquias y pueblos de nuestra geografía el día quince de agosto, hoy la Iglesia nos invita a reflexionar sobre los textos bíblicos de este domingo, diez y nueve del tiempo ordinario. Un domingo en el que seguimos haciendo hincapié en el pan de vida que el Señor nos ofrece; en el pan de vida que es Jesús.
La primera lectura la hemos tomado del primer libro de los Reyes y nos ha contado el episodio del profeta Elías que, cansado y agotado, siente una misteriosa “mano amiga” que le toca y le ofrece la oportunidad de recobrar las fuerzas: “Levántate y come” son las palabras que escucha. Palabras que todos necesitamos percibir alguna vez. Palabras que debemos hacer llegar también a tantos hermanos nuestros que necesitan esa mano amiga que les ayude a seguir adelante.
La segunda lectura, de San Pablo a los Efesios, nos ha transmitido un mensaje que no necesita mucha explicación. Solo volver a leerlo una y otra vez: “Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo”. Y, como hemos visto, continúa indicándonos el camino que, como cristianos, debemos practicar.
El relato del evangelio de Juan nos ha insistido en el mismo tema de la semana pasada: Jesús es el Pan de Vida que es necesario hacer nuestro para tener fuerzas frente a las adversidades, los problemas y las situaciones difíciles que se nos presenten. Tomemos muy en serio la comunión frecuente. Preparémonos, si lo necesitamos, con la confesión. Hablemos, como un amigo lo hace con su amigo, con el Cristo Eucaristía. Pidámosle por nosotros y por todos. Él nos escucha.
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