HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas propias del tercer domingo del tiempo ordinario. Un domingo en el que, por iniciativa del Papa Francisco, la Palabra de Dios adquiere un protagonismo muy especial. Este año, con el lema: “Permaneced en mi Palabra”, frase que se toma del Evangelio de San Juan. ¡Qué bueno es que los cristianos demos una gran importancia a la Palabra de Dios! Esa Palabra que podemos leer en la Biblia que tenemos en casa; que escuchamos en la celebración de la Eucaristía; que preside nuestras reuniones litúrgicas; que oímos a través de los Medios de Comunicación o que llega hasta nosotros por medio de las distintas Redes Sociales. Recuperemos el amor por ella.
En este domingo seguimos haciendo referencia a la Semana de Oración por la Unión de las Iglesias cristianas. Palabras como “protestantes”, “ortodoxos”, “anglicanos” y católicos ya no nos resultan extrañas y convocamos reuniones ecuménicas a lo largo del año, pero, sobre todo, en esta semana del 18 al 25 de Enero. Rezar por el otro es ya amarle. Rezar por aquellos de los que nos separan algunas cosas, es verdad, pero con los que nos une lo fundamental: Jesús, su Evangelio, la Fe contenida en el Credo… es poner las bases de la unión querida por aquel que dijo: “Que todos sean Uno como tú, Padre, en mí y yo en ti”.
En el relato del Evangelio de Marcos, tras una llamada a la conversión como en su día hiciera el profeta Jonás y el apóstol Pablo, Jesús sigue insistiendo en la llamada a seguirle. Poco a poco, a Andrés y a su hermano Pedro, le seguirán Santiago y Juan. Y, otros, se les irán uniendo más tarde “para ser pescadores de hombres.” También hoy Jesús sigue llamando a muchos. No es fácil responder positivamente. Por eso, pidamos al Señor, en nuestra diaria oración, que siga enviando “obreros a su mies” porque la tarea que tenemos por delante es mucha.
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