Categoría: "COMENTARIOS BÍBLICOS"
Domingo 13º Ordinario, ciclo A.
Este evangelio es difícil de entender si no hemos asistido asiduamente a escuchar las charlas excelentes del amor que nos da Jesús en los evangelios. Nos desorientamos cuando oímos: “El que quiere a su padre, a su madre, a su hijo, a su hija más que a mí no es digno de mí”. ¿Cómo hay que entender estas frases? ¿Acaso Dios es un egoísta que nos reclama todo el amor sólo para Él? ¿O es un Dios celoso de nuestros amores humanos? ¿Acaso Dios se enfada cuando ve que nos queremos mucho? ¡Todo lo contrario! Por encima de todo hay que mantener que Dios sólo tiene una tarea, una ocupación, una preocupación: que todos nosotros seamos plenamente felices. Dios sabe que no podemos ser felices sin amar y ser amados; y también sabe que no podemos ser plenamente felices si nuestro amor no es auténtico. ¿Qué características tiene este amor del que nos habla Jesús?
Domingo 11º Ordinario, ciclo A
1.- “Al ver a las muchedumbres se compadecía de ellas”. Jesús veía a las gentes. Y las veía por dentro, con sus problemas, sus dificultades, sus angustias, sus penas. Y no pasaba de largo, ni miraba a otro lado, sino que las metía dentro de su piel, dentro de su corazón compasivo. Por eso no podía seguir adelante sin darle un vuelco el corazón. Sólo cuando metemos a las personas en nuestro corazón, ya no podemos seguir adelante. Cambian nuestros planes, nuestros proyectos y comenzamos a mirar a las personas con la mirada Jesús. Pablo, antes de su conversión, a los cristianos los veía como “enemigos”. Después de convertirse, los miraba como sus hermanos.
Corpus Christi, ciclo A.
La Eucaristía está íntimamente unida al amor. “Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo”
CUALIDADES DEL AUTÉNTICO AMOR:
Santísima Trinidad, ciclo A.
Dios se nos presenta en la historia como “Padre”, es decir, como alguien que siempre está dando sin medida su misma vida a su Hijo. Es tan “padre” que su paternidad la ofrece también a los que son hombres como su Hijo, pues éste se ha hecho hombre entre los hombres.
Pentecostés, ciclo A.
Estaba yo un día sentado cerca del monte Toranzo, a la orilla del río Araviana, saqué del agua una piedra hermosa, dura, redonda y la rompí. Su interior estaba completamente seco. Esta piedra llevaba años dentro del agua, pero el agua no había penetrado en ella.
Lo mismo ocurre con nosotros los cristianos. Siempre inmersos en el Espíritu pero, tal vez, por dentro secos.