CASA DE ORACIÓN
Entro en la iglesia, Jesús. Las vidrieras dejan pasar la luz llena de colores. Junto al Sagrario, hay una pequeña lámpara que me indica que Tú estás ahí. Me acerco, me arrodillo, comienzo un diálogo contigo. Hablo, te cuento mis penas y mis alegrías. En algunos momentos callo, porque sé que tú tienes también muchas cosas que decirme. Sé que me escuchas, que me miras, que estás pendiente de mí. Y mi corazón se va caldeando, poco a poco. Gracias por estar ahí, por llenarme de paz, por disponer de esta casa de oración en la que, tú y yo, podemos encontrarnos siempre que queramos.
Debe estar conectado para enviar un comentario.