PERMANECER EN JESÚS, VIVIR UNIDOS A ÉL ACONTECE…
Cuando la alegría no depende de que te vayan “bien” las cosas, sino de que Dios sea Dios y lleve adelante su Reino. Cuando das gracias y te alegras por tantos hombres y mujeres de buena voluntad que hacen del bien de los demás el centro de sus vidas.
Cuando todo se resquebraja y una misteriosa fuerza te sostiene, de la que no puedes disponer. Cuando haces lo que te toca y dejas al Señor llevar tu vida, la de los otros y la historia entera.
Cuando, más allá de los vaivenes psicológicos, una paz misteriosa te sujeta por dentro. Cuando solo quieres querer lo que Él quiere y hacer lo que a Él le agrada.
Cuando la cruz se te hace compañera y Él está contigo llevándola. Cuando Jesús, el Señor, lo llena todo, en el amor del Padre y del Espíritu Santo, traspasando el cielo y la tierra, volcándose en derroche de gracia y bendición.
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