CERCA DE TI, SEÑOR
A ti, Señor, me dirijo en este día, después de haber leído y meditado en el pasaje bíblico en el que nos hablabas de cómo todo pecado puede ser perdonado por ti, salvo el pecado contra el Espíritu Santo. Ya sé, Señor, que ese pecado es renunciar a la salvación que tú me ofreces. Pero yo no quiero ni rechazarte a ti, ni a lo que tú me ofreces.
Ayúdame también a comprender tus otras palabras: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre». Sé que, si cumplo esa voluntad, estaría tan cerca de Ti como si formara parte de los miembros más cercanos de tu familia.
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