HOMILÍA
Con el recuerdo de San Lorenzo, cuya fiesta celebra la iglesia este domingo, día diez, patrono de tantos lugares de nuestra tierra y, de un modo especial, de la Diócesis hermana de Huesca y unos días antes de la gran fiesta de la Asunción de nuestra Señora a los Cielos, vivimos este domingo, diez y nueve del tiempo ordinario. Las lecturas que hemos escuchado encierran variadas enseñanzas que nos pueden ayudar a seguir creciendo como cristianos, como miembros de la Iglesia.
La primera lectura la hemos tomado del libro de la Sabiduría, un libro del antiguo testamento que nos ilumina el camino. Una frase nos llama la atención: “Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina: que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.” Nosotros estamos llamados a ofrecer el sacrificio de nuestra vida y a compartir, con los compañeros de peregrinación, los mismos bienes y peligros que la vida nos presente.
La segunda lectura, de la carta a los Hebreos, ha hecho hincapié en el tema de la Fe que alentó la esperanza de tantos creyentes. Nuestra fe puede ser pequeña y débil pero podemos pedir al Padre de los Cielos que la aumente, que la fortalezca. Él sabe de nuestra debilidad y por eso comprende, disculpa y está dispuesto a ayudarnos, si se lo pedimos con confianza y con la seguridad de alcanzar lo que anhelamos.
El evangelio de Lucas nos ha insistido en la necesidad de dar limosna, de abrir nuestros corazones y nuestros bolsillos para ayudar a los pobres y a los que sufren y a reavivar nuestra esperanza, a estar en vela, a vivir vigilantes. Terminaba diciéndonos: “Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”. Pidamos al Señor que no nos deje nunca de su mano.
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