LA PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY
Todos los días en la Misa se pronuncian estas palabras: “tú que dijiste a tus discípulos «la paz os dejo, mi paz os doy» no tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra concédele la paz y la unidad”, y así pedimos a Dios que el sacramento realice eficazmente la unidad de la Iglesia.
Este es el signo más evidente de la presencia de Cristo en la vida de los creyentes y el mejor argumento de credibilidad: “que todos sean uno para que el mundo crea”. Ciertamente, Cristo es nuestra paz; Él, en la cruz, hace caer los muros que nos separan a los unos de los otros; con su amor cura nuestro odio y con sus brazos abiertos abraza a los que se consideran enemigos en un acto de amor infinito.
Debe estar conectado para enviar un comentario.