LECTURAS 3º ADVIENTO

Lectura del Profeta Isaías     Is 61, 1–2a. 10–11.

El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,  para curar los corazones desgarrados,  proclamar la amnistía a los cautivos,  y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor,

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Palabra del Señor

Salmo responsorial     Lc 1, 46–48. 49–50. 53–54

R/. Me alegro con mi Dios

V/. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones

V/. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

V/. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose de la misericordia.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses     5, 16–24.

Hermanos:

Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.

No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno.

Guardaos de toda clase de mal. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

El que os llama es fiel, y él lo realizará.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Juan     1, 6–8. 19–28.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: « ¿Tú quién eres?».

Él confesó y no negó; confesó:

«Yo no soy el Mesías».

Le preguntaron:

« ¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».

Él dijo:

«No lo soy».

« ¿Eres tú el Profeta?».

Respondió: «No».

Y le dijeron:

« ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».

Él contestó:

«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».

Juan les respondió:

«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Palabra del Señor

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LECTURAS 2º ADVIENTO

Lectura del Profeta Isaías     Is 40, 1–5. 9–11.

«Consolad, consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios—; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados».

Una voz grita:

«En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos —ha hablado la boca del Señor—».

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá:

«Aquí está vuestro Dios.

Mirad, el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda.  Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían».

Palabra del Señor

Salmo responsorial     Sal 84, 9abc y 10. 11–12. 13–14

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de los que le temen y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. R/.

V/. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante é1 y sus pasos señalarán el camino R/.

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pedro     3, 8–14.

No olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día.

El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión.

Pero el Día del Señor llegará como un ladrón.

Entonces los cielos desaparecerán estrepitosamente, los elementos se disolverán abrasados y la tierra con cuantas obras hay en ella quedará al descubierto.

Puesto que todas estas cosas van a disolverse de este modo, ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta, mientras esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios!

Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados.

Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia.

Por eso, queridos míos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, intachables e irreprochables.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Marcos     1, 1–8

Comienza del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Como está escrito en el profeta Isaías:

«Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.  Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

Palabra del Señor

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LECTURAS 1º ADVIENTO

Lectura del Profeta Isaías     63, 16c–17.19c; 64, 2b–7

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre desde siempre es «nuestro Libertador».

¿Por qué nos extravías, Señor, de tus caminos, y endureces nuestro corazón para que no te tema?

Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.

¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!

En tu presencia se estremecerían las montañas.

«Descendiste, y las montañas se estremecieron».

Jamás se oyó ni se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él.

Sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti.

He aquí que tú estabas airado y nosotros hemos pecado.

Pero en los caminos de antiguo seremos salvados.

Todos éramos impuros, nuestra justicia era un vestido manchado; todos nos marchitábamos como hojas, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.

Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa.

Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.

Palabra de Dios

Salmo responsorial     Sal 79, 2ac y 3b. 15–16. 18–19

R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

V/. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

V/. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. R/.

V/. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios     1, 3–9

Hermanos:

A vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo.

Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Marcos     13, 33–37.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.

Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.

Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!».

Palabra del Señor

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LECTURAS CRISTO REY

Lectura del Profeta Ezequiel 34, 11–12. 15–17

Así dice el Señor Dios:

Porque esto dice el Señor Dios:

«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.

Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar —oráculo del Señor Dios

Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».

En cuanto a vosotros, mi rebaño, esto dice el Señor Dios: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 22, 1–2a. 2b–3. 5–6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar.

Me conduce hacia fuentes tranquilas, y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R/.

Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor, por años sin término. R/.

Lectura de la primera carta d el Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20–26.28

Hermanos:

Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.

Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección.  Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.

Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.  El último enemigo en ser destruido será la muerte.

Y, cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 31–46

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.

Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.

Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.

Entonces los justos le contestarán:

“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.

Y el rey les dirá:

“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

Entonces dirá a los de su izquierda:

“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.

Entonces también estos contestarán:

“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.

Él les replicará:

“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.

Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra de Dios

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LECTURAS DOMINGO 33

Lectura del Libro de los Proverbios 31, 10–13. 19–20. 30–31

Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?  Supera en valor a las perlas.

Su marido se fía de ella, pues no le faltan riquezas.

Le trae ganancias, no pérdidas, todos los días de su vida.

Busca la lana y el lino y los trabaja con la destreza de sus manos.

Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la rueca.

Abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre.

Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza.

Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en público.

Palabra de Dios.

 Salmo responsorial Sal 127, 1–2. 3. 4–5

R/. Dichosos los que temen al Señor.

¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa. R/.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida. R/.

Lectura de la 1ªcarta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6

Hermanos:

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba, pues vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche.

Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.

Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.

Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 14–30

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

«Es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.

Su señor le dijo:

“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.

Su señor le dijo:

“¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.

El señor le respondió:

“Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo?  Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez.  Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

Palabra delSeñor

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LECTURAS DOMINGO 32

Lectura del Libro de la Sabiduría 6, 13–17

Radiante e inmarcesible es la sabiduría, la ven con facilidad los que la aman y quienes la buscan la encuentran.

Se adelanta en manifestarse a los que la desean.

Quien madruga por ella no se cansa, pues la encuentra sentada a su puerta.

Meditar sobre ella es prudencia consumada y el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones.

Pues ella misma va de un lado a otro buscando a los que son dignos de ella; los aborda benigna por los caminos y les sale al encuentro en cada pensamiento.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 62, 2. 3–4. 5–6. 7–8

R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo. R/.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 4, 12–17

Hermanos:

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.

Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto.

Esto es lo que os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto; pues el mismo Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar; después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos entre nubes al encuentro del Señor, por los aires.

Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 1–13

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.  Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.

Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz:

“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.

Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.  Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.

Pero las prudentes contestaron:

“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:

“Señor, señor, ábrenos”.

Pero él respondió:

“En verdad os digo que no os conozco”.

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor

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LECTURAS DOMINGO 31

Lectura del Profeta Malaquías 1, 14b–2, 2b. 8–10

Yo soy un gran rey, dice el Señor del universo, y todas las naciones temen mi nombre.

Esto es lo que os mando, sacerdotes: Si no escucháis y no ponéis todo vuestro corazón en glorificar mi nombre, dice el Señor del universo, os enviaré la maldición.

Os habéis separado del camino recto y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley, invalidando la alianza de Leví, dice el Señor del universo.

Pues yo también os voy a hacer despreciables y viles para todo el pueblo, ya que vuestra boca no ha guardado el camino recto y habéis sido parciales en la aplicación de la ley.

¿No tenemos todos un mismo padre?

¿No nos creó el mismo Dios?

¿Por qué entonces nos traicionamos unos a otros profanando la alianza de nuestros padres?

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial Sal 130, 1. 2. 3

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R/.

Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre; como un niño saciado así está mi alma dentro de ti. R/.

Espere Israel en el Señor, ahora y por siempre. R/.

 

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 2, 7b–9. 13

Hermanos:

Nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.

Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.

Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.

Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.

Palabra de Dios

 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 23, 1–12

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo:

Entonces Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame rabbí.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar rabbí, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor

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LECTURAS DOMINGO 30

Lectura del Libro del Éxodo 22, 21–27

Esto dice el Señor:

No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

No explotarás a viudas ni a huérfanos.  Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.

Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.

Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial Sal 17, 2–3a. 3bc–4. 47 y 51ab

R/. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.

Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R/.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido. R/.

 

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c–10

Hermanos:

Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.

No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada,  ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero,  y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Palabra de Dios

 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22, 34–40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».

Él le dijo:

«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.

Este mandamiento es el principal y primero.  El segundo es semejante a él:

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor

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LECTURAS DOMINGO 28

Lectura del Profeta Isaías 25, 6–10a

Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados.

Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones.

Aniquilará la muerte para siempre.  Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo —lo ha dicho el Señor—.

Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.  Esperábamos en él y nos ha salvado.  Este es el Señor en quien esperamos.  Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial Sal 22, 1–3a. 3b–4. 5. 6

R/. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar: me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en 1a casa del Señor, por años sin término. R/.

 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 4,12–14.19–20

Hermanos:

Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones.

En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús. 

A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22, 1–14

En aquel tiempo, volvió a hablarles Jesús en parábolas, diciendo:

«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:

“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”. 

Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego dijo a sus criados:

“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”. 

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.  Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”.

El otro no abrió la boca.  Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. 

Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».

Palabra del Señor

PRESENTACIÓN EN POWER POINT : EVANGELIO DEL DOMINGO

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