HOMILÍA
Celebra hoy la Iglesia el sexto domingo de Pascua. Un domingo que recibe el nombre de Pascua del Enfermo. Hace unos meses, en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, celebramos el llamado “Día del Enfermo.” Tanto, en un día como en otro, somos invitados a acordarnos de quienes, en casa o en los hospitales, están enfermos y necesitan la compañía, el alivio y el consuelo de sus familiares y amigos. Hoy, en muchas parroquias, los feligreses que han llegado a la tercera edad, tienen la oportunidad de pedir el Sacramento de la Unción de los Enfermos para que la fuerza del Espíritu Santo les acompañe.
La primera lectura la hemos tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles. El evangelio, que comenzó su andadura en tierras de Palestina, pronto se extendió a otros pueblos, culturas y naciones. El apóstol Pedro escribió «Ahora comprendo, con toda verdad, que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.” Alegrémonos de que el Evangelio traspase fronteras y límites que creíamos solo para nosotros”
La segunda lectura, del apóstol San Juan, nos ha hablado del amor y nos ha dicho algo que debemos tener muy en cuenta: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.” Nuestro amor no es más que una respuesta al que él nos da.
El relato del evangelio de Juan nos lleva a la última cena en la que Jesús, con gestos y palabras, trató de resumir toda su doctrina. Para él no somos siervos, somos amigos y el amor a todos ha de formar parte de nuestro bagaje como cristianos. “Esto os mando, decía Jesús, que os améis unos a otros”. Si nos amamos, si procuramos hacernos el bien, daremos el fruto que el Señor espera de nosotros y seremos sus amigos.
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