HOMILÍA
Celebra hoy la Iglesia la fiesta del Bautismo de Jesús. El niño, recién nacido, adorado por los Pastores y los Magos de Oriente, da paso a un Jesús adulto dispuesto a emprender la aventura de su vida pública en la que hará milagros, pronunciará parábolas, se acercará a la gente llevándoles al convencimiento de que estaban siendo profundamente amados por un Dios que es Padre. Todo terminará un día con su Pasión, su muerte en la Cruz y, finalmente, con su Resurrección.
Pero hoy nos toca fijarnos en este Jesús que se acerca al rio Jordán, que es bautizado por Juan, que recibe la fuerza del Espíritu Santo. Pronto vendrán sus días de preparación en el desierto en los que será tentado y la elección de los apóstoles. Él es, en palabras del profeta Isaías, el elegido, el Siervo de Yavé, el que hará posible la alianza de un pueblo y llevará la luz de las naciones, el que abrirá los ojos de los ciegos, saque a los cautivos de la cárcel y de la prisión a los que habitan en las tinieblas. Y lo hará no con violencia sino con la ofrenda de su vida.
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos ha hecho el que pudiera ser el mejor retrato de Jesús: “Pasó por la vida haciendo el bien”. Pasar por la vida haciendo el bien es la tarea fundamental que se nos propone a todos los que seguimos sus huellas, a los que un día fuimos bautizados en su nombre. Pasar por la vida haciendo el bien implica amar, perdonar, servir, ayudar, compartir, rezar por todos.
El relato del evangelio de Lucas nos ha mostrado la escena del bautismo de Jesús. Juan el Bautista sabe cuál es su misión. Él es consciente de no ser el Mesías. ¡Ojala que tampoco nosotros caigamos en la tentación del protagonismo en la vida de la comunidad cristiana! El protagonista auténtico es Jesús y hacia Él debemos orientar a la gente que nos pregunte. Nosotros somos, únicamente, los que lo anunciamos.
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