
HOMILÍA
Este domingo, 19 de octubre, la Iglesia celebra el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Es el día en el que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones. Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”. Esta vez, el lema elegido para la celebración de la Jornada Misionera es “Misioneros de esperanza entre los pueblos». Rezar y, colaborar económicamente con las misiones, es el reto al que nos enfrentamos, en este día, los cristianos de todo el mundo.
La primera lectura la hemos tomado del libro del Éxodo. Hemos visto cómo, mientras había quien elevaba sus brazos en actitud de plegaria, el pueblo ganaba en la batalla. ¡Qué bien nos viene recordar este episodio del antiguo testamento en el día del Domund! Es nuestro deber elevar también nuestros brazos en actitud de rogativa por los misioneros y misioneras, por la labor humanitaria y espiritual que realizan. No dejemos de orar porque la oración puede hacer milagros.
La segunda lectura, de San Pablo a Timoteo, contiene una invitación del apóstol para que su discípulo se acerque a esa Sagrada Escritura que es “útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.” No se olvida tampoco de recordarle “que proclame la palabra, que insista a tiempo y a destiempo, que arguya, que reproche y exhorte con toda magnanimidad y doctrina.” Es lo que hacen, como sabemos, todos y cada uno de nuestros misioneros.
El evangelio de Lucas nos ha hablado de la necesidad de ser insistentes en la oración para conseguir lo que buscamos. Recemos insistentemente por los que, en tierras lejanas, anuncian el evangelio y colaboran en el desarrollo de tantos pueblos. Nuestra ayuda es muy importante
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