HOMILÍA
Las lecturas de este sexto domingo del tiempo ordinario nos hablan de enfermedades y de curaciones, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Pero esta fecha nos trae también otras realidades muy importantes. La primera de ellas es que celebramos la llamada “Jornada Mundial de los Enfermos” coincidiendo con la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. El Señor llama a la puerta de nuestro corazón para que se estremezca ante la realidad del dolor, del sufrimiento por el que pasan tantos hermanos nuestros. Somos llamados a consolar, a aliviar, a estar cerca de los que sufren, a rezar.
La segunda realidad nos habla del hambre, de la pobreza y de la miseria que afecta a millones de seres humanos en nuestro planeta. No podemos solucionar todos los problemas, es verdad, pero sí podemos hacer realidad pequeños grandes proyectos. Nuestra Diócesis de Jaca está empeñada, este año, en ayudar a centenares de niñas huérfanas en Camboya, en pleno corazón de Asia. Se quiere mejorar las condiciones de vida de esas niñas que, sin padres, no alcanzan a tener lo suficiente en el orfanato en el que son atendidas.
La tercera realidad que está ante nuestros ojos es la proximidad del “Miércoles de Ceniza” y de la Cuaresma que le sigue. El día catorce recibiremos la ceniza sobre nuestras cabezas como un signo visible y público de que queremos cambiar de vida, de actitudes y de comportamientos. Recibiremos el impulso para acercarnos un poco más al Señor a través de la oración y al prójimo a través de ese amor que estamos a activar en el día a día y no solo en circunstancias especiales.
También el lunes, día doce, a las ocho de la tarde, estamos llamados a encontrarnos, en la Parroquia de Santiago, cristianos de diferentes confesiones, para rezar por la unidad, para orar unidos.
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