HOMILÍA
Estamos celebrando el cuarto domingo de Pascua, también conocido como domingo del Buen Pastor en el que tiene lugar la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas con el lema “Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros.”
La Jornada de oración por las vocaciones invita a los jóvenes a interrogarse sobre su vocación y a la comunidad cristiana, a acompañar y rezar por ellas. La Jornada de vocaciones nativas busca sostener las vocaciones de especial consagración que surgen en los territorios de Misión, para que ninguna de ellas se quede frustrada por falta de recursos. Para ello, además de la oración, promueve la colaboración económica.
La primera lectura la hemos tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles. Pedro presenta a Jesús Resucitado como el auténtico artífice de las curaciones milagrosas que tanto él como el resto de los apóstoles vienen realizando. A este Jesús resucitado se le conoce como ese Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, es decir, por todos y cada uno de nosotros. Encomendémosle nuestra realidad, dolores y sufrimientos.
La segunda lectura, del apóstol San Juan, nos ha recordado que, para Dios, somos sus hijos y que nos ama como todo buen padre lo hace con sus hijos. Sintámonos amados por él porque es la mejor forma de que nosotros queramos corresponderle.
El relato del evangelio de Juan ha puesto ante nuestros ojos una preciosa descripción de Jesús bajo esa imagen idílica y entrañable de todo Buen Pastor. Bueno es saber que los primeros cristianos querían que, en las lápidas de sus tumbas, se esculpiera la imagen de Jesús llevando sobre sus hombros esa oveja que les representaba a ellos. Recemos hoy para que nunca falten en la Iglesia buenos pastores que atiendan a las comunidades cristianas como lo haría ese Buen Pastor: Jesús.
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