HOMILÍA
Después de haber celebrado, recientemente, la solemnidad del Apóstol Santiago, hoy nos hemos vuelto a reunir en torno a la mesa del altar porque es domingo, es el día del Señor, es el día en el que la comunidad siente la necesidad de escuchar la Palabra de Dios y de compartir el pan de la Eucaristía. Los textos bíblicos proclamados tienen mucho que ver con el pan de vida, con la Eucaristía.
La primera lectura la hemos tomado del segundo libro de los Reyes. Eliseo es un profeta que sabe que, lo poco que una persona ha traído para alimentar a una gran multitud, llegará para todos porque así lo quiere el Señor y, además, sobrará. ¡Cuántas veces nosotros hemos escuchado que lo poco, cuando está bien repartido, llega a muchas más personas de las inicialmente previstas! Es una llamada a compartir, a ser solidarios, a pensar en los necesitados. Nuestra generosidad será siempre recompensada.
La segunda lectura, de San Pablo a los efesios, recuerda unas palabras del apóstol dirigidas a personas que esperaban recibir el bautismo y que nos pueden servir a nosotros que ya fuimos bautizados. Los que hemos recibido el bautismo debemos ser humildes y amables, comprensivos, unidos en un mismo amor, tratando de vivir en paz, formando un solo cuerpo, hijos de un mismo Dios Padre.
El evangelio de Juan nos ha contado el episodio de la multiplicación de los panes y de los peces. Como en la primera lectura, los panes bendecidos se repartirán a todos y sobrarán. Jesús aprovechará la ocasión para hablarnos de la Eucaristía, del pan compartido en cada Misa, de la necesidad de comer su cuerpo y de beber su sangre. Para que el milagro tuviera lugar, alguien tuvo que aportar los cinco panes de cebada y un pan de peces. Aportemos lo poco que tengamos. Jesús obrará.
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