HOMILÍA
A la sombra de la Solemnidad de la Virgen del Pilar, hemos escuchado las lecturas propias del domingo veintiocho del tiempo ordinario. Un domingo que nos está introduciendo ya en un nuevo curso pastoral. El próximo martes, día 15, a las 8 de la tarde, comenzaremos las llamadas Clases de Teología con el primer tema de este curso: “Cómo ser una Iglesia Sinodal Misionera.” Pronto vendrán también los Cursillos para Catequistas y las horas correspondientes de Formación Catequética, las reuniones y encuentros de los Consejos Parroquiales, las horas de catequesis de niños y adolescentes y tantas y tantas otras cosas.
La primera lectura la hemos tomado del libro de la Sabiduría; esa Sabiduría que sólo Dios pone en nuestros corazones para saber cómo actuar, cómo comportarnos correctamente. Bueno es que siempre la prefiramos a todos los bienes materiales. Santa María del Pilar espera que se la sepamos pedir a ella para que nos lleve al conocimiento de su hijo Jesús y nos ilumine en el sendero de la vida.
La segunda lectura, de la carta a los Hebreos, nos ha habado del poder que tiene esa Palabra de Dios que nos llega a nosotros cuando la leemos personalmente o cuando la escuchamos juntos en una celebración de la Eucaristía. Dejemos que penetre hasta el fondo de nuestro ser y que la amemos con todo nuestro corazón. No es posible que la escuchemos “como quien oye llover” porque es algo muy importante. Que, como María, podamos decir: “Hágase en mí según tu Palabra”
El relato del Evangelio de Marcos nos ha contado el episodio del joven rico que, entusiasmado en un principio por Jesús, da marcha atrás porque no quiere dejar de vivir y disfrutar de los bienes materiales que posee. ¡Ojala que nosotros optemos siempre por seguir a Jesús, el hijo de María y que lo prefiramos a todas las riquezas que podamos poseer!
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