HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas correspondientes al tercer domingo de Pascua. Un domingo que conserva los ecos del multitudinario funeral con el que la Comunidad Cristiana despidió al Papa Francisco, recientemente fallecido. Dentro de unos días, los cardenales electores se reunirán, en cónclave, para elegir a su sucesor. Hemos comenzado el mes de mayo, mes de la Virgen María, el mes en que los más pequeños de la comunidad recibirán la Primera Comunión y los adolescentes la Confirmación. El mes en el que los cristianos de la tercera edad podrán acercarse a recibir el sacramento de la Unción de los Enfermos.
La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos ha contado sus primeros trabajos misioneros, las persecuciones que sufrieron, los ultrajes de lo que fueron objeto. Los cristianos de hoy estamos llamados a seguir sus pasos: anunciar el mensaje de Jesús con nuestras palabras pero también con nuestro testimonio. Es fácil que, como ellos, seamos perseguidos. No tengamos miedo. Jesús nos acompañará y nos dará su fuerza.
La segunda lectura, del libro del Apocalipsis, contiene una alabanza a Jesús Resucitado: “Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos”. ¡Ojalá que brote en nuestros corazones esta misma alabanza!
El relato del Evangelio de Lucas nos ha contado las andanzas de los Apóstoles que habían vuelto a retomar las antiguas tareas de la pesca. Hemos visto cómo, tras una larga noche, no habían conseguido nada. Será Jesús el que, desde la orilla les indique a dónde tienen que lanzar las redes para conseguir una gran pesca. Compartirán con él un almuerzo a las orillas del lago de Galilea. Nadie se atreverá a preguntarle quién era porque todos lo sabían. ¡Ojalá que nosotros lo descubramos!
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