PERDER EL ALMA
¡Cuántas veces, Señor, anhelamos tener cada día más cosas con la intención de que colmen nuestras ansias de felicidad! Y no nos preocupamos de lo fundamental. Tú nos dices en el evangelio esa frase que ha quedado grabada en el corazón de muchos: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” Ayúdanos a distinguir lo esencial de lo accesorio.
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