HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas propias del domingo veintinueve del tiempo ordinario. Un domingo que nos invita a mirar a esas tierras lejanas en las que miles y miles de misioneros y misioneras están anunciando el mensaje de Jesús. Hoy celebramos el Domund: un día en el que rezamos para que el evangelio cale en el corazón de muchos y para que el desarrollo se abra paso en medio de la pobreza. En este día somos llamados a colaborar en la tradicional Colecta. Lo poco de muchos hará posible el milagro de un mundo mejor. Seamos generosos.
La primera lectura la hemos tomado del profeta Isaías. Su pueblo está en el destierro pero aparece un personaje, de nombre Ciro, que hará posible que la vuelta a la patria sea posible, que la esperanza renazca, que la alegría brote de nuevo. Los misioneros se parecen a Ciro. Anuncian la Buena Noticia de Jesús. Construyen escuelas, hospitales, dispensarios y tantas otras realidades que hacen brotar también la esperanza en poblaciones enteras. Ayudémosles a realizar su labor.
La segunda lectura, de San Pablo a los Tesalonicenses, es el primer escrito de Nuevo Testamento en el que el apóstol recuerda cómo dedicó tiempo y esfuerzo a anunciarles el evangelio y cómo ellos lo acogieron con mucho agrado. En este día del Domund recemos para que ese evangelio sea acogido, también con mucho agrado, en aquellos lugares en los que los misioneros están dando lo mejor de sí mismos.
El relato del evangelio de San Mateo ha resaltado una frase que todos conocemos de memoria: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.” Cumplamos con nuestros deberes ciudadanos y con nuestros deberes cristianos. Seamos buenos ciudadanos y buenos cristianos. Las dos cosas pueden y deben ir unidas. Y recemos por esos misioneros que tratan también de lograr lo mismo en tierras lejanas.
Debe estar conectado para enviar un comentario.