HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas propias del tercer domingo de Adviento. Un domingo, como sabemos, que recibe el nombre de “Gaudete” palabra que significa “gozo”, “alegría” y eso porque la proximidad del nacimiento de Jesús no solo nos impulsa a buscar la conversión y a hacer crecer la esperanza, sino que también es, o debe ser, causa de una inmensa alegría y de un profundo gozo. Cierto que, en los días de la Navidad, todos echamos en falta a aquellos seres queridos con los que, otros años, la celebrábamos pero Jesús viene “para curar las heridas de nuestra debilidad”, para decirnos que, aquellos que hoy no están con nosotros, están a su lado en el hogar caliente de su casa del cielo.
La primera lectura la hemos tomado del profeta Sofonías. Él nos invita a vivir con gozo y alegría, a no tener miedo, a no desfallecer, a tomar conciencia de que el Señor está en medio de nosotros. Suyas son estas palabras: “El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta”. No cerremos la puerta a esa felicidad.
La segunda lectura, de San Pablo a los cristianos de Filipos, nos invitaba también a vivir en la alegría y nos daba la razón: “porque el Señor está cerca.” Dejemos a un lado las preocupaciones que llenan de angustia nuestros corazones y que, a la par, la plegaria y la paz custodien nuestras vidas. Dejémonos ganar por el amor de ese Dios que quiere lo mejor para nosotros y sembrémoslo a nuestro alrededor.
El Evangelio de Lucas nos ha traído a nuestra memoria a un personaje singular sin el que no sería posible entender el tiempo del Adviento, Juan el Bautista. A él acude la gente para saber qué es lo que tiene que hacer, cómo tiene que comportarse. Hagamos nosotros lo mismo. Pidámosle luz para que sepamos qué es lo que debemos hacer.
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