Categoría: "EVANGELIO COMENTARIOS"
Cuarto Domingo de Adviento
Los progresos de la ciencia parecen confirmar la ilusión de que el hombre es el dueño de la vida y puede fabricarla. Conocemos hoy día los mecanismos de la transmisión de la vida, pero no por eso el misterio de la vida debiera de perder su encanto y su maravilla. Aunque el lenguaje hable de “hacer un hijo”, nosotros sabemos que la vida es un don de Dios y que una familia cristiana lo único que puede hacer es abrirse a la vida, acogerla con amor y acompañarla hasta que la persona llegue a su madurez. Si Dios es el origen de la vida, tampoco podemos disponer de la vida a nuestro antojo, ni al principio ni al final de la vida.
DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO
Comencemos, en nuestra reflexión, por la frase con la que Jesús, en el Evangelio, tranquiliza a los discípulos de Juan el Bautista acerca del propio mesianismo: «Se anuncia a los pobres la Buena Nueva». El Evangelio es un mensaje de gozo: esto proclama la liturgia del tercer domingo de Adviento, que, por las palabras de Pablo en la antífona de ingreso, ha tomado el nombre de domingo «Gaudete», «estad siempre alegres», o sea, domingo de la alegría: «Que el desierto y el sequedal se alegren... Se alegrarán con gozo y alegría... en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán».
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
En el Evangelio, del segundo domingo de Adviento, no nos habla directamente Jesús, sino su precursor, Juan el Bautista. El corazón de la predicación del Bautista se contiene en esa frase de Isaías que repite a sus contemporáneos con gran fuerza: «Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas». Isaías, a decir verdad, expresaba: «Una voz clama: en el desierto abrid camino al Señor» (Is 40, 3). No es por lo tanto una voz en el desierto, sino un camino en el desierto. Los evangelistas, aplicando el texto al Bautista que predicaba en el desierto de Judea, han modificado la puntuación, pero sin cambiar el sentido del mensaje.
Cristo Rey del Universo
En la fiesta de Cristo Rey se clausura el Jubileo de la Misericordia. Durante todo un año la Iglesia ha colocado en el centro de nuestras vidas el amor compasivo del Padre, rico en misericordia, que nos invita a ser misericordiosos como El. Durante siglos la Iglesia ha aparecido desgraciadamente ante los ojos de muchos como una especie de guardián de la moralidad pública que amenazaba con sus condenas. A veces llegaba incluso a decir que era Dios el que condenaba y castigaba. Gracias a Dios vamos descubriendo gradualmente el rostro amoroso de Dios y confiamos que también nuestra Iglesia sea cada vez más materna y acogedora.
Con la perseverancia salvaréis vuestras vidas
33 Domingo Ordinario
Los aires de pesimismo que circulan por nuestro mundo al ver que las cosas no cambian se nos pueden colar también en la Iglesia. Tampoco en ella las cosas van como nos gustaría. Disminuye y envejece no sólo el clero sino también los creyentes, sobre todo en Europa. Desgraciadamente en muchos países donde el cristianismo es una minoría experimentan la persecución. Se necesita mucha paciencia y coraje para continuar siendo cristianos sin abandonar esos lugares.