Categoría: "EVANGELIO COMENTARIOS"
27 Domingo Ordinario C
El drama de nuestro tiempo, decía Pablo VI, es la separación de la fe y la cultura. Los creyentes no somos capaces de crear una cultura impregnada por los valores evangélicos. Vivimos y ansiamos las mismas cosas que los no creyentes. Existe una separación entre lo que creemos y lo que vivimos. Dios apenas cuenta en nuestras vidas. No lo experimentamos vivo y actuante. No es alguien en el que podemos confiar, del que nos podemos fiar. Es verdad que el hombre actual está demasiado escarmentado y apenas confía en las personas de su familia. Como no ve señales de que Dios lo ame, no se fía de él, en la práctica no cree en él. Trata de salir adelante con las propias fuerzas pues de los demás es poco lo que se puede esperar.
26 Domingo Ordinario
La distancia entre los países pobres y ricos sigue aumentando y pronto será un abismo imposible de franquear. También las personas ricas son cada vez más ricas y las pobres más pobres. Un grupo pequeño de personas acapara casi la mitad de los recursos de toda la humanidad. Las promesas de luchar por suprimir el hambre en el mundo han quedado en buenas palabras. El papa Francisco ha invitado muchas veces a dar un no rotundo al ídolo del dinero al que se sacrifica a tantas personas.
25 Domingo Ordinario
La doble contabilidad no ha sido inventada en nuestros días. También se practicaba en tiempos de Jesús. Era la manera de proceder de administradores sin escrúpulos que trataban de sacar partido de las fincas que se les confiaban. También entonces las operaciones eran arriesgadas si se llegaban a conocer. Pero el afán de lucro no tiene límites. Ya el profeta Amós denunciaba que en su tiempo, sobre todo los comerciantes, lamentaban que no se podía vender y explotar a la gente durante las fiestas y el sábado (Am 8,4–7). Hoy día las grandes superficies no tienen ya esas limitaciones. Buscando la mayor ganancia se preocupan poco de la vida de familia de sus empleados.
24 Domingo Ordinario
Gran número de europeos de las últimas generaciones han nacido y viven “lejos de la casa del padre”. No parecen echar de menos la casa paterna que abandonaron sus abuelos. A lo mejor han vuelto a ella alguna vez como seguimos volviendo en el verano a la casa del pueblo del que emigramos. De niño nos gustaba pero pronto nos hemos empezado a aburrir y hemos buscado playas más concurridas. De la antigua casa paterna, de nuestra madre la Iglesia, se habla poco y casi siempre para echarle en cara lo que nos ha hecho o sigue haciendo.
DOMINGO 23 TIEMPO ORDINARIO
1ª) ¡La radicalidad del seguimiento de Jesús compromete y libera!
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Una primera observación: no se conocen expresiones semejantes procedentes de la literatura rabínica. No sabemos de ningún rabino anterior, contemporáneo o posterior a Jesús que se hubiera nunca atrevido a expresar una declaración, exigencia o pretensión parecidas. Es una singularidad exclusiva de Jesús. Las afirmaciones son de las más radicales del evangelio. Jesús se atreve a colocarse por encima de los lazos sagrados que dirigen la familia. Sobre los lazos sacratísimos de los padres y los hijos. Todas las expresiones están en subordinación de la frase principal del conjunto: si alguno se quiere venir conmigo. El verdadero discípulo suyo debe centrar su vida en Él y contemplarlo todo desde Él. Para que la lectura se nos haga más inteligible hemos de tener en cuenta ahora otras palabras de Jesús que se dirigen también a los que quieran ser discípulos suyos y se decidan a optar por Él (Lc 9,23–24).