AÑO JUBILAR. LUZ DE LA ESPERANZA
Queridos amigos/as
Como todos ya sabéis, el papa Francisco convocó, la pasada Nochebuena, el Jubileo 2025 mediante la Bula Spes non confundit (La Esperanza no defrauda). Allí se indica que la vida cristiana es un camino donde se necesitan momentos fuertes para robustecer la esperanza.
En este tiempo Pascual tenemos encendida la llama de la luz, para restablecer y robustecer la esperanza, compañera de camino para vislumbrar la meta: el encuentro definitivo con Cristo Resucitado.
En el camino de nuestras vidas encontramos momentos y espacios oscurecidos por la tristeza, la angustia y la desorientación, y ante estas adversidades debemos recuperar la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. Todo esto lo podemos alcanzar con la luz encendida de la esperanza, compañera de viaje y fuerza para el camino.
El momento actual de muchas personas, del mundo y de la Iglesia, está marcado por las dificultades para hacer viva la evangelización que hoy necesita nuestra sociedad para que lleguemos a ser un poco más felices.
El mundo en el que vivimos está sumergido, tanto individual como socialmente, en una cultura “líquida”, donde el consumismo y el relativismo forjan las relaciones humanas. Estos comportamientos alimentan un ateísmo práctico, que normaliza modelos de vida cerrados en el aquí y el ahora, dejando la transcendencia en la cuneta del camino.
El Jubileo que estamos celebrando nos puede ayudar mucho a restablecer un clima de confianza, como un signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente.
Necesitamos, hoy, una evangelización encarnada, donde llevemos y vivamos el Evangelio sin miedos y complejos, pero con firmeza y libertad valiente, a todos los rincones, con la alegría que emana de Cristo Resucitado; llevando en la mochila el Evangelio de la Buena Noticia y en el corazón el abrazo de fraternidad para todas las personas.
En Cristo Resucitado encontraremos el ardor y la fuerza para caminar con la esperanza de quien cree. Desde aquí, la evangelización nos implica vivir la sinodalidad, ya que ella es tarea y responsabilidad de todos los miembros y sectores de la Iglesia. Nuestra comunidad, que la formamos todos los bautizados, estamos llamados a trabajar corresponsablemente en la tarea de llevar el Evangelio a todos los ambientes y sectores de nuestro entorno. Por todo lo dicho, esta Año Jubilar nos ofrece la oportunidad de una “conversión pastoral” a nivel personal y comunitario y así todos podremos celebrar que la evangelización es la razón de nuestra esperanza.
Un saludo. Fernando Jordán Pemán. Párroco
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