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XXV DOMINGO ORDINARIO
ACOGER A LOS NIÑOS
El Evangelio de hoy marca el profundo contraste, entre Jesús que anuncia que camina hacia la muerte y los discípulos que discutían, sobre quien sería el primero en el reino de Jesús.
Cuando Jesús los sorprendió en esta conversación, sintieron vergüenza de decirle sus pensamientos. Y el Señor les hizo entender que en el escalafón de su reino, tenían que ser los últimos, los servidores de todos, si querían ascender.
Y para que la lección les entrara bien por los ojos, puso un niño en el centro de la escena. Era el signo de lo pequeño, de lo que no cuenta, de lo que necesita la ayuda de todos. Y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí".
PENSEMOS EN LOS NIÑOS
Comienza el Colegio y ellos son los protagonistas. Pero ¿son en nuestro mundo algo importante?
Para la sociedad de nuestro tiempo, no. Basta ver las nubes de niños hambrientos, las masas de desplazados, las víctimas de la guerra, todo lo que sabemos de los malos tratos, los niños que tienen que trabajar sin edad suficiente. ¡Tantas veces oímos que son las madres las que pueden decidir sobre el hijo de sus entrañas, que uno cree que los niños poco cuentan en nuestra civilización!
Pero viendo a nuestros niños y cómo los padres se desviven, creemos que para nosotros son algo importante. Y desde una visión creyente de la vida, nos gustaría que todos los padres cristianos, tuvieran como ideal lo que dice el Evangelio de Jesús niño: "Crecía en edad, sabiduría y gracia". Que los niños, al mismo tiempo que crecen fuertes y con muchos conocimientos humanos, (piensan los padres que todo será poco para el día de mañana), fueran creciendo también en santidad, en la gracia de Dios, que marca toda la vida.
FAMILIA, ESCUELA, PARROQUIA
Son los tres ambientes que harán crecer al niño en la gracia del Señor. La Familia es lo primero. Es el clima natural. Allí el niño es como es.
La envidia o la generosidad, el egoísmo o los sentimientos nobles, la bondad o la agresividad... aparecen como algo espontáneo.
Los padres lo conocen. Es necesario el diálogo que corrige. Pero las verdades entran, sobre todo, por los ojos. Educa la propia vida. Nuestro mundo no da mucha noticia de Dios, ni brilla por los valores cristianos.
Pero si los niños ven rezar en casa, si van con los padres a la iglesia, si colaboran con las obras de ayuda a los necesitados... no hacen falta muchas palabras. Si ven cariño en los padres, lealtad, nobleza, cumplimiento de los deberes. Si el dinero no es un Dios, ni la TV, algo sin lo que se puede pasar... eso va creando un estilo de vida.
La Escuela, continuación de la casa. Los maestros, antes que transmisores de saberes, son educadores. Por eso los padres andan cerca. Se interesan, preguntan, colaboran. No faltan a Reuniones, forman parte de las Asambleas. Saben de sus hijos, porque hablan con sus profesores.
Y los maestros saben que a estos padres les preocupa lo religioso de sus hijos, no como un valor añadido, (algo que no les irá mal), sino como algo imprescindible para sus vidas.
La Parroquia también es necesaria y no sólo el año de la Comunión o Confirmación sino siempre. La Catequesis, el Movimiento educativo, la participación en la Liturgia del Domingo, la cercanía a los sacerdotes... son aspectos de la vida cristiana, necesarios para una buena educación de la fe de los pequeños.
Y que no se les olvide a los educadores cristianos, –padres, maestros, sacerdotes–, que el niño como el adulto, necesita una Madre y la encontrará siempre en la Madre de todos, la mismísima Madre de Jesús, Santa María.
+ MONS JOSÉ MARÍA CONGET