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31 DOMINGO ORDINARIO
"CON TODO TU CORAZÓN... CON TODAS TUS FUERZAS"
En un mundo como el nuestro, en el que el silencio sobre Dios es absoluto y en el que tanta gente se identifica como indiferente, ateo, increyente y tantos cristianos confiesan que no son practicantes, es muy oportuna la pregunta del Evangelio sobre el primer mandamiento, que es lo mismo que preguntarse, qué es lo más importante en la vida.
Un letrado pregunta
"¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Parece que la pregunta no era, como en otras ocasiones, "para cazarle en la respuesta". Había tantos preceptos, sobre lo que se podía y no se podía hacer, en aquella minuciosa casuística del mundo judío, que la pregunta estaba justificada.
Jesús, que conocía la Biblia al detalle, le contestó recordándole lo que estaba escrito: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser". Jesús mereció el aplauso del letrado.
– Esto me recuerda las muchas veces que los cristianos decimos al confesarnos que no amamos a Dios, como se merece. Y esto es evidente. Hasta los santos sintieron esta limitación. Pero lo que importa es descubrir que Dios, Él en persona, –Padre, Hijo y Espíritu Santo–, tiene que ser amado. Que sea un Tú a quien quiero, por encima de todo, con quien hablo, a quien agradezco, me quejo, lo contemplo, le pido. Que sea verdad lo de Moisés, "que hablaba con Él, cara a cara, como un hombre con su amigo".
– Los cristianos tenemos un buen maestro en esto del amor a Dios, "con todo el corazón, con toda la mente, con todo el ser", en el mismo Jesús.
Siempre fue el primer amor de su vida. Le dio toda la gloria. "Padre glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique". (Ju. 17.1)
Cumplió su voluntad en todo momento. Le dedicó mucho tiempo, en horas silenciosas, hasta noches enteras, en una oración intensa.
– Un cristiano, –aunque no sea un contemplativo, que le puede dedicar horas de silencio–, necesita estar con Él a solas en la oración. Así le conocerá mejor, se llenará más de Él y podrá cumplir en todo su voluntad, evitando lo que le desagrada. Sigue habiendo pecado. Los hay mortales y veniales. Y procurando darle toda la gloria. Nos lo encargó el propio Jesús: "Vean los hombres vuestras buenas obras y den gloria al Padre celestial". (Mt. 5.16). También en la vida, en el modo de hacer las cosas, se puede ser un chapucero o un artesano. La gloria de Dios requiere artesanía en el diario vivir. El hacer las cosas de la mejor manera.
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo"
No quería Jesús que camináramos con un corazón dividido: Dios o los hombres. En la Iglesia hubo debate hace unos años: ¿Evangelización o desarrollo? Pablo VI zanjó la cuestión: Evangelización y desarrollo. En el cristianismo, simbolizado en la cruz, hay quien piensa que es mejor orientarse por el trazo vertical, –mirar al cielo–, hay quienes creen que lo mejor es el horizontal, mirar a los hermanos. Pero la cruz es cruz, si no se- paramos los palos.
Jesús previendo la tentación de los que hoy llamamos un "espiritualismo desencarnado", dijo con fuerza "... a Dios con todo el corazón... y al prójimo como a ti mismo".
Lo aclaró muy bien San Juan: "Si alguno dice: Amo a Dios y aborrece a su hermano es un mentiroso pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve". (1Jn.4.20).
Y es exigente el amor a los hombres: "Como a nosotros mismos". Por eso en la palabra de Jesús los amores van unidos. Nadie puede amar al otro con esa fuerza, si no tiene el corazón lleno de Dios, que purifica el corazón y lo potencia.
Los mejores testigos han sido los santos. Fueron héroes de la caridad con los hombres, porque vivían llenos del amor de Dios.
¡Que la Madre del Amor Hermoso, Santa María, me enseñe a amar a Dios como Ella y todos mis prójimos saldrán ganando!
+MONS. JOSÉ MARÍA CONGET