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III DOMINGO DE PASCUA
Es bueno en este domingo, renovar la fe en la Iglesia. Creer en Dios, creer en Jesús, no es difícil. El Centurión que vio morir a Jesús, hizo este acto de fe: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. (Mc. 15.39). Y si hubiera conocido su vida, todavía le hubiera sido más fácil creer en Jesús.
Pero el Señor quiso fiarse de la Iglesia, que está hecha por hombres: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt. 16. 18) Y como dice el Con- cilio: "La Iglesia es santa, pero necesitada de purificación".
Por eso decimos cada domingo: "Creo en la Santa Madre Iglesia". Veo lo que veo: hombres y mujeres. Pero en esa piel camina Dios. Y en Ella nos envía la salvación de Jesús.
1ª. Lectura. La Iglesia nace de la Pascua.
"¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar el nombre de ése?
Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".
Nadie podía acallar el grito del Resucitado. Cuando lo enterraron re- movió la piedra y salió triunfal. Cuando los suyos huían descreídos, les abrió los ojos. Los miedosos Apóstoles desafían en la calle a las autoridades. "El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis, colgándole de un madero". Con ellos no pueden ni los azotes, ni la muerte. Se sienten gozosos de sufrir por el Señor.
La Iglesia se asienta sobre esta verdad de fe: ¡Cristo ha resucitado y está vivo! Si la Iglesia hiciera el bien y no predicara a Jesús, sería una cosa buena, pero no sería la Iglesia. Si los que nos llamamos cristianos fuéramos honrados y no creyéramos en Jesús, seríamos gente buena, pero no cristianos.
La Iglesia y los cristianos somos Jesús. Nos llamamos el Cuerpo de Jesús. (Rom. 12.4). Él es la cabeza. Nos necesita para amar como Él. Y nos da su fuerza para poder sufrir con Él.
2ª Lectura. La Iglesia del Cielo
De nuevo nos encontramos con el Resucitado. Ahora en la Gloria del Cielo. Y con Él la comunión de los santos. "Muchos ángeles... alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos y decían con voz potente: "Digno es el Cordero... de recibir... el honor y la gloria".
En la Iglesia caminamos en esperanza. Y muchas veces es bueno levantar los ojos. Ver lo que nos espera. San Juan en el Apocalipsis, quiso animar el camino de los cristianos en tiempos martiriales. Dios le regaló una visión del Cielo, para que nos la contara a todos. Estamos tan metidos aquí, que nos cuesta mirar arriba, aunque cada día digamos en la Misa: "Levantemos el corazón". Y contestemos que lo tenemos levantado.
– No dejes hoy de contemplar la Gloria del Cielo y si estás en soledad, lee en voz alta: "Al que se sienta en el trono y al Cordero, la alabanza, la gloria y el poder por los siglos de los siglos".
3ª. El Evangelio. Algunos rasgos de la Iglesia.
a) Misionera. "Pedro les dice: "Me voy a pescar. Ellos contestan: "Vamos,también, nosotros contigo".
Les había dicho que serían pescadores de hombres, (Lc. 5.10) y tienen que aprender la lección. Esta pesca es como una Parábola de Jesús. Lanzar las redes. Primero el fracaso. Era de noche. Estaban sin Jesús. Amaneció con la llegada de Jesús. Lanzaron las redes en su nombre y la pesca fue abundante.
La Iglesia, –Parroquia, comunidad, cristianos– tiene que ser misionera. Tiene que sentirse siempre y en todas partes, enviada por Jesús. Y contando en todo momento con Él, lanzar confiada las redes.
Una Iglesia que no sea misionera no es la de Jesús. El gheto, el huerto cerrado, no es imagen de Iglesia. El viento, el campo abierto, el mar... son buenas imágenes.
b) Eucarística. "Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescador puesto encima y pan". Es el propio Jesús el que nos prepara la mesa, aun- que sea por manos de los hombres, que hoy nos sirven su Eucaristía.
A cuánta gente, chica y grande, habrá que recordarle la invitación de Jesús: "Vamos, almorzad". Pero aquellos sabían que el anfitrión "era el Señor" Necesitamos esta fe.
c) Conducida por los pastores. "Apacientas mis corderos... Apacienta mis ovejas". Estaba naciendo la Iglesia. El Señor exigía a los Pastores amor. "¿Me amas más que estos? Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero". Mucha gente amará como los Pastores y más. Por eso decimos en la Misa: "No mires mis pecados sino la fe de la Iglesia". Pero el Señor nos pide un amor, renovado cada día. Recemos hoy por los Pastores. Estamos llenos de buenos deseos. Y Dios nos mira con la misma esperanza, con la que Jesús miró a Pedro. Y también nos dice a nosotros: "Apacienta. Llévales a buenos pastos. Da la vida por las ovejas"
Punto final. ¿Dónde estaría la Virgen? No lejos de los suyos. Y seguro que algún Apóstol le habría llevado alguno de los peces. Había sido una buena redada: 153 peces grandes.
+MONS JOSÉ MARÍA CONGET