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SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
No parece lo más apropiado el Evangelio de hoy para significar esta Fiesta. Un ajusticiado en el momento de morir, un letrero, que parece una burla: "El Rey de los judíos" y un condenado a muerte que se confía en ese momento. Esta es la paradoja de Jesús. Reina desde la Cruz. Se lo ha dicho a Pilato: "Yo soy Rey... pero mi Reino no es de este mundo". Mi reino se hace aquí en la tierra, pero no con la estrategia y las maneras de este mundo.
El Reino que predica Jesús
“El plazo está cumplido, el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc.1.1). Así empieza Jesús su predicación y es ésta la palabra que más se repite en el Evangelio.
Pero tiene un gran cuidado en ir corrigiendo la idea, que del Reino de Dios se habían ido formando los judíos. No quería que lo entendieran como una estructura socio–política, que de una vez por todas liberara a los judío del dominio de los romanos. Él no era el Mesías liberador que algunos esperaban. Por eso desconcertó a los judíos, se tomaron a broma su Reino y ni siquiera los discípulos entendían claramente su postura. "¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?", le preguntaron después de la Pascua.
Por eso cuando estaban empeñados en aclamarlo como Rey, después de la multiplicación de los panes, (Jn, 6, 1–15) se los escapó y cuando lo encuentran de nuevo, les dice tan claramente, que su Reino es de otro estilo, que se escandalizan y lo dejan sólo.
Algunas actitudes para ser de su Reino
- Acoger la Buena Noticia del Evangelio. Los pobres, los limpios de corazón, los no violentos... tienen ya el Reino. (Mt.5.1)
- El Reino viene de arriba, por eso rezamos, pero se abre camino con nuestro empeño. (Mt.11.12)
- Ojo a las apariencias, que son engañosas. Hay que fiarse de lo pequeño. El Reino es mínimo como una mostaza y Dios lo hace crecer. (Mt. 13.31)
- Se necesita un buen olfato para descubrirlo. Como un traficante de perlas que descubre la más bonita y lo hipoteca todo para comprarla. (Mt.13.45)
- También son necesarias la ingenuidad y la cogida (el fiarse de Dios), propias de un corazón de niño. (Mt. 18.3)
- También es necesario comprometerse con una justicia (con una manera de ser y actuar) distinta a la de los hombres de este mundo. (Mt.5.20)
- Vivir en el amor, teniendo entrañas de misericordia, es tener garantizado el Reino definitivo. (Mt.25.34)
El Reino dentro y fuera
Es en el interior de cada hombre donde se hace el Reino de Dios, pero no termina ahí. Tiene siempre una dimensión social. Se hace en la vida, en la calle, en las relaciones humanas, con las estructuras que forman el entretejido social. "A los laicos pertenece, por propia vocación, buscar el reino de Dios, tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales", nos decía el Vat. II.
Y en esta línea la Historia ha sido testigo de dos desviaciones:
La tentación laicista. "La Iglesia a la sacristía", se decía el siglo pasado. Un intento de reducir la fe a la esfera totalmente privada. Tentación de ayer y de hoy por parte de muchos.
La tentación sacralizadora. El trono y el altar, la espada y la cruz, poner los poderes de este mundo al servicio de la concepción cristiana de la vida, sin respetar la autonomía de lo temporal.
Cristianos comprometidos en la construcción del mundo. Este es el modo de estar en la vida los creyentes. Con el Prefacio de hoy se pide a los laicos cristianos compromiso, valentía, lucidez para construir ese "Reino de verdad y vida, de justicia y gracia, de amor y paz"
MONS. JOSÉ MARÍA CONGET