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1º DOMINGO DE CUARESMA
El miércoles se nos dio el grito de salida. Bajamos la cabeza, se nos puso un poco de ceniza y se nos dijo una palabra que no nos gusta oír: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás". Y oímos otra palabra que recoge el Evangelio de hoy: "Convertíos y creed el Evangelio".
Pero la Cuaresma, aunque empiece con esa severidad, –ceniza, morado y cantos penitenciales–, aunque se presente como antítesis al carnaval, no es un tiempo para el fastidio.
Es el largo recorrido, que necesitamos para pasar de la ceniza de nuestra condición de pecadores, a la gracia de una vida nueva que nos regala Jesucristo.
CAMINO, GRACIA, DESIERTO, ENCUENTRO
La Cuaresma es un camino. Allá en la lejanía, iluminando todo el recorrido, está la Vigilia Pascual, la Resurrección del Señor, que celebra– remos, estrenando Bautismo.
La Cuaresma es una experiencia fuerte de fe. Un tiempo más abundante de Palabra de Dios, de oración, de caridad fraterna, de querer ser mejores.
La Cuaresma es un tiempo especial de gracia. Dios se nos regala, se nos da gratis, graciosamente, siempre. Pero estos días el clima que se va creando en la Iglesia hace más propicia esa gracia del Señor.
La Cuaresma es una marcha de toda la Iglesia. Toda la Iglesia se pone en camino. Todos nos animamos, todos nos ayudamos. Somos la comunión de los santos. Ahí van con sus ilusiones, merecimientos, esperanzas, miserias y alegrías, enfermos y sanos, mayores y chiquillos y jóvenes, el Papa, los contemplativos, profesionales, trabajadores, las madres de familia... toda la Iglesia. La de aquí y la de las misiones.
La Cuaresma es un empuje a mi fe. No me hago cristiano, ni crezco en la fe sólo, aisladamente. Dios me da la fe por la Iglesia. La Cuaresma con tantas cosas buenas y tanta gente empeñada en el bien, alienta la fe de todos los que queremos hacer este camino que nos lleva al encuentro de Jesús.
CUARENTA DÍAS
El que sea una cuarentena no es un capricho eclesial. La Iglesia siempre es espacio de Pentecostés, tiempo del Espíritu Santo. Y quiere que en ese número simbólico tengamos un encuentro con el Señor, reviviendo experiencias pasadas.
Como el pueblo judío (Dt. 8, 1–6), en su peregrinación de 40 años hasta llegar a la tierra prometida. Dios se le reveló como Padre misericordioso, hizo con él una Alianza, le condujo a una tierra nueva. (Exo. 3, 7–11).
Como Moisés en el Sinaí. (Exo. 24). 40 días para que Dios se le manifestara.
Como Elías en el Horeb. (1 Rey. 19, 1–15). Anduvo 40 días a tientas buscando a Dios, hasta que se le manifestó en una brisa suave que le llenó de esperanza y coraje para seguir luchando.
LA CUARESMA DE JESÚS
Hoy San Marcos nos cuenta la Cuaresma de Jesucristo, la que le preparó para empezar la vida pública y que tiene un paralelismo con la nuestra.
– "El Espíritu Santo empujó a Jesús al desierto. Se quedó cuarenta días..." El Desierto era un lugar de soledad, silencio, prueba.
El mismo Espíritu nos quiere empujar a este tiempo de "desierto" a nosotros. Más oración, silencio, deseos de encontrar a Dios.
– "Dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían". De esta manera gráfica nos describe las dificultades de Jesús en su tarea mesiánica. Zancadillas del mal espíritu a su persona y a su obra.
El bien y el mal llaman a mi puerta. La vida es lucha. Cuaresma es el tiempo de adquirir lucidez y fuerza para caminar en cristiano.
– "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en la Buena Noticia". Es el Pregón que Jesús nos hace para empezar la Cuaresma. Es una hora de gracia. Es un tiempo de salvación. El Señor está muy cerca. Volvámonos a Él y acojamos con entusiasmo a Jesús que viene y a su Palabra, que hará nueva nuestra vida. Le diremos como el viejo Profeta: "Conviérteme Señor y quedaré convertido".
Comencemos con entusiasmo. Cuarenta días para preparar nuestra renovación bautismal en la Pascua. Cincuenta días para celebrar con la Iglesia el triunfo del Señor.
¡Que Santa María haga camino con nosotros!
+ MONS JOSÉ MARÍA CONGET