« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
HOMILÍA
Un domingo más nos asomamos al mensaje que nos traen las lecturas que hemos escuchado. Un mensaje que nos viene muy bien cuando estamos comenzando un nuevo curso pastoral porque nos habla de trabajar en la viña del Señor. Esa viña que es la parroquia, que es nuestra casa, nuestro lugar de trabajo, los momentos de ocio o de descanso. Esa viña que es la sociedad en la que vivimos, las personas con las que nos relacionamos. Somos humildes trabajadores de la viña del Señor en la que estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos. Cada uno en su sitio, en su puesto, con sus cualidades. Preguntémonos cuál es la tarea que el Señor nos encomienda.
La primera lectura la hemos tomado del libro del profeta Isaías. Es un himno, un canto de alabanza a ese Dios que quiso hacer de su pueblo, Israel, una viña fértil. Una viña llamada a dar buenos frutos. Hizo lo que todo buen agricultor hace cuando quiere que su viña seda la envidia de los que la contemplan. Y, sin embargo, esa viña que era el pueblo de Israel, no respondió a los cuidados de la que era objeto. Todo lo contrario. Dio frutos malos, uvas amargas, asesinatos, injusticias. Ese Dios se plantea dejar su viña. También nosotros podemos considerarnos Viña del Señor. También a nosotros del Señor nos cuida, nos poda, nos mima. Y también nosotros, en ocasiones, podemos rechazar los cuidados de los que somos objeto y dar frutos malos: odios, rencores, egoísmos. Dejémonos cuidar por la mano amorosa de Dios para que podamos dar el fruto que Él espera de nosotros.
La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los habitantes de la ciudad griega de Filipos, nos ha hecho un canto a la paz, a dejar en las manos de Dios nuestras preocupaciones y problemas, a darle gracias por tantas cosas, a pedirle también que nos ayude en nuestras necesidades y en nuestros problemas. No se olvidaba el apóstol de recordarles a estos cristianos que, junto a la oración, debían poner también las buenas acciones: todo lo que sea verdadero, noble, justo, puro, laudable. Si lo hacen así, les dice, el Dios de la paz estará con ellos. Unamos nosotros también la oración con las buenas acciones, la plegaria con un amor hecho visible en nuestras relaciones con los demás.
El relato del evangelio de San Mateo nos ha recordado una parábola de Jesús que tiene que ver también, como la primera lectura, con una viña, con esa viña del Señor que Él cuidó a través de los profetas que les fue enviando. Muchos de ellos fueron rechazados, maltratados e, incluso, asesinados. Las palabras de Jesús nos hablan también de que Él es ese Hijo que, empujado fuera de la viña, será asesinado, será clavado en la cruz. No hagamos nosotros lo mismo. Respondamos con buenos frutos, con buenas obras al amor y a los cuidados del Señor.