« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas de este domingo, veintisiete del tiempo ordinario. Dentro de unos días, celebraremos la festividad de nuestra Señora del Pilar, no sin antes haber comenzado las llamadas “Clases de Teología” para adultos y de haber invitado a los niños y a los adolescentes a apuntarse a la catequesis de preparación para la Primera Comunión y la Confirmación. Octubre, lo sabemos, es el mes del Rosario, el mes de las misiones, del Domund. Es también el mes de la etapa universal del Sínodo con esa Asamblea General del Papa con los Obispos de todo el mundo. Recemos por todas estas intenciones.
La primera lectura la hemos tomado del profeta Isaías. Un día más, la Palabra de Dios nos ofrece su enseñanza bajo la imagen entrañable de una viña. El pueblo de Israel es esa viña que, cuidada con todo el esmero posible por ese viñador que es Dios, no da el fruto que se esperaba de él. Nosotros somos también esa viña de la que Dios se preocupa. Procuremos dar el fruto bueno que se espera de nosotros.
La segunda lectura, de San Pablo a los cristianos de Filipos, ha comenzado con una palabra que, con ligeras variantes, ya había dicho Jesús en su predicación. “Nada os preocupe”, les dice el apóstol. “Os pido que vuestras peticiones sean presentadas a Dios”. ¡Cuántas veces las preocupaciones y los problemas de la vida nos quitan la paz y agitan la calma que desea nuestro corazón! Dejemos en las manos de Dios todo lo que nos hace sufrir. Depositemos en él nuestra confianza.
El relato del evangelio de Mateo nos ha contado la parábola de los viñadores homicidas que van matando a los enviados del dueño de la viña para terminar, matando también, a su propio hijo. Esos enviados habían sido los profetas y su hijo era Jesús, muerto en la cruz. Dejémonos guiar por esos enviados y por el mensaje de amor de su hijo Jesús.