« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
HOMILÍA
Poco a poco, van pasando los días y nos vamos adentrando en este tiempo de conversión personal y comunitaria que es el tiempo de la Cuaresma. No dejemos para el último momento ese esfuerzo que se nos pide para ser mejores, para cambiar de vida. Es hoy, es ahora, cuando debemos mirar en el fondo de nuestro corazón y ver lo que allí encontramos. Es hoy, es ahora, cuando debemos poner en las manos de Dios nuestra vida y decirle: “Aquí está mi vida Señor. Ya sé que hay cosas en ella que no están bien, actitudes que deben ser corregidas, comportamientos que necesitan ser cambiados, formas de pensar y de actuar que no están conformes con el evangelio. Ayúdame a dar los pasos en la dirección correcta.”
La primera lectura la hemos tomado del libro del Génesis y nos ha contado el pacto de amistad que tuvo lugar entre Dios y Abrahán. Un pacto hecho según las costumbres de la época y de los pueblos en los que se desarrolla la escena. En toda Cuaresma, nosotros también hacemos un pacto con el Señor. No hay animales descuartizados, es verdad, pero sí debe haber, por nuestra parte, un corazón contrito y humillado, un deseo sincero de ser fieles a lo que el Señor nos propone. Hagamos ese pacto. El Padre Dios está dispuesto a acogernos, a perdonarnos, a devolvernos la condición de hijos si, cada uno de nosotros, busca el arrepentimiento, el cambio de vida, la conversión. Con la ayuda de Dios, todo será posible.
La segunda lectura, de San Pablo a los cristianos de Filipos, nos ha recordado que somos ciudadanos del cielo y que, por lo tanto, no podemos vivir como enemigos de la cruz de Cristo, no podemos aspirar sólo a cosas terrenas. Nuestro destino está en un más allá feliz junto a Dios que exige un comportamiento acorde con lo que viviremos un día. Estamos en este mundo de paso. Nos dirigimos hacia una patria definitiva a la que llegaremos si hemos sabido estar cerca de Dios y abiertos a las necesidades de los hermanos. Pasar por la vida haciendo el bien, como se dijo de Jesús, es la mejor forma de estar, de vivir, de pasar.
El relato del evangelio de San Lucas nos ha hablado de la escena de la transfiguración. Jesús se transfigura, muestra un poco el misterio divino que se esconde en su persona. Lo hace porque quiere fortalecer a sus amigos ante los dramáticos días que se avecinan. La Pasión y la muerte de Jesús están ya a la puerta y será algo que sacudirá con fuerza las personas y las vidas de los suyos y Él no quiere dejarlos solos. La escena vivida en la cima del monte Tabor les ayudará a mantener la esperanza y la confianza en las palabras escuchadas de labios de Jesús.