« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas propias del tercer domingo de Pascua. Este tiempo en el que hacemos memoria de la predicación que los apóstoles llevaron a cabo por pueblos y ciudades. Una predicación centrada en Jesús Resucitado. Este tiempo en el que vemos a Jesús que se va apareciendo a unos y a otros para llevarles al convencimiento de que realmente ha resucitado. El tiempo pascual es el tiempo en el que muchos cristianos se acercan también a recibir determinados sacramentos: el bautismo, la confirmación, la primera comunión, el matrimonio. Eso sí, después de una preparación más o menos intensa como la que recibieron los discípulos de Emaús antes de reconocerle en la Eucaristía, en la fracción del pan.
Además de los sacramentos anteriormente mencionados, el tiempo de Pascua es el tiempo en el que los cristianos podemos recibir también el sacramento de la unción de los enfermos. Como sabemos, este sacramento nos fortalece, nos anima, nos ayuda a vivir la fe en medio de la enfermedad, del dolor, de los malos ratos de la vida, de la debilidad y fragilidad propias del paso de los años. En tiempos pasados solo se administraba al extremo de la vida; por eso, recibía el nombre de extremaunción. Pero hoy es bueno que lo reciba el cristiano que está en la tercera edad y que experimenta la necesidad de que el Padre Dios le ayude, le acompañe, le fortalezca.
El próximo día 21 de mayo es el domingo que recibe el nombre de Pascua del Enfermo. Nuestra Parroquia de Santiago os ofrece la oportunidad de recibir, en ese día, este sacramento. Lo haremos en la misa de las 12. El que desee recibirlo, sólo tiene que solicitarlo, con antelación, en la Parroquia. Juntos prepararíamos la ceremonia que estaría impregnada de la alegría propia de este tiempo pascual y de quien sabe que va a contar con la ayuda y la gracia de ese Dios Padre que quiere lo mejor para sus hijos los hombres.
No tengamos miedo. Este sacramento no nos habla de muerte sino de vida. Dios nos quiere felices siempre; también cuando el vigor de los años jóvenes va desapareciendo y notamos los achaques propios de los años que nos va marcando el calendario. Recibir este sacramento es decirle al Padre Dios: “Ayúdame, camina a mi lado. Necesito que seas mi bastón, el cayado donde me apoye en las horas de la prueba. No me dejes solo cuando mis fuerzas físicas van disminuyendo.” Y animemos a otros a recibirlo también. Aquellos discípulos de Emaús se dijeron uno al otro: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” De esto se trata, el sacramento de la unción de los enfermos hará posible que nuestro corazón sienta el calor gozoso de quien se sabe amado y acompañado.