« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
HOMILÍA
Hemos escuchado las lecturas propias del cuarto domingo de Pascua. Un domingo que nos sigue hablando, como no podía ser de otra manera, de Jesús Resucitado y del anuncio gozoso que de él hicieron los apóstoles. Pero también es verdad que este domingo no nos habla de apariciones de Jesús a los suyos sino que el evangelio nos lo presenta como un Buen Pastor y como la Puerta por la que estamos llamados a entrar para alcanzar la salvación. Este domingo nos transmite también un ruego de la Iglesia entera: que recemos por los que hoy ejercen la misión de ser pastores en las comunidades cristianas y para que nunca falten nuevos pastores según el corazón de Cristo.
La primera lectura la hemos tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles. Nos ha presentado a Pedro, al frente de los once, dirigiendo al pueblo la gran noticia: el Jesús crucificado ha vuelto a la vida y es el Señor y el Mesías que todos necesitamos y buscamos. Las palabras del Apóstol debieron ser lo suficientemente claras y rotundas para convencer a muchos que le pidieron que les dijera qué era lo que tenían que hacer. Pedro les habla, entonces, de dos cosas: convertirse y bautizarse en el nombre de Jesús. Parece ser que, aquel día, muchos entraron a formar parte de la comunidad, de la Iglesia. Pidamos nosotros hablar de tal forma y vivir de tal manera que, al menos algunos, se sientan llamados a seguir a Jesús y a formar parte de la Iglesia.
La segunda lectura la hemos tomado de la primera carta que escribió el Apóstol Pedro. Habla del Jesús que padeció pasión y murió en la cruz. Habla de su actitud cuando era insultado y sufría violencia. Habla de cómo cargó sobre sí los pecados de todos nosotros. Habla de él como del pastor y guardián de nuestras vidas al que es posible volver para sentir el perdón para nuestros pecados y el bálsamo para nuestras heridas. A los primeros cristianos les gustaba esta imagen del Jesús, Buen Pastor, que carga sobre sus hombros a la oveja descarriada que podemos ser todos y cada uno de nosotros. Invoquemos a Jesús como el Buen Pastor que nos guía, que nos acompaña, que nos alimenta, que nos da confianza y seguridad.
El relato del evangelio de San Juan nos ha puesto ante nuestros ojos al Jesús, Buen Pastor, que camina delante de sus ovejas, que es un ejemplo y un modelo para todos los que seguimos sus huellas. También nos decía que Jesús es la puerta que conduce a la salvación y a la vida. Es necesario pasar por Jesús, entrar por él para tener vida y tenerla abundante. Este pasaje del evangelio es el que eligió, precisamente, nuestro nuevo Obispo, Don Julián, como lema de su ministerio episcopal: “Para que tengan vida y la tengan abundante.” Pidamos hoy por él, por los sacerdotes de la diócesis y por las nuevas vocaciones.