« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
PENTECOSTÉS
Hoy es uno de los días grandes de la Iglesia. Pascua y Pentecostés son las dos caras de la misma Fiesta. Lo que fue grandioso para Jesús, se nos comunica a nosotros por la fuerza del Espíritu
Hoy es el día del Espíritu Santo. Lo que el Señor había prometido en la Última Cena: el Espíritu de la verdad, del amor, del consuelo... lo regaló con derroche a sus discípulos.
Hoy es el día en el que nace la Iglesia. Había sido una larga gestación. Prefigurada en el A.T., delineada por Jesús, prometida a los Apóstoles... hoy sale a la calle en Jerusalén.
Hoy todos los cristianos sentimos este día como nuestros. Es el día de la Iglesia. Y de una manera especial, lo hace suyo la A.C. y los Movimientos Seglares, que saben que "no sólo pertenecen a la Iglesia, sino que son Iglesia".
Hoy la Iglesia se viste de rojo. El color de la sangre. Nació del costado abierto de cristo. El color del fuego. Quiere prender a todos los hombres en el amor de Dios.
Las lecturas de la Misa
- El Evangelio. Jesús señala la Misión de la Iglesia. "Como el Padre me envió, así os envío yo... Recibid el Espíritu Santo... A los que perdonéis los pecados les quedan perdonados..."
Es una última palabra de Jesús. Nos confía el encargo de hacer un mundo nuevo. Lo viejo es el pecado. Todo lo contrario al plan de Dios. El desamor, el orgullo, la injusticia.. Lo nuevo es lo que hace el Espíritu de Jesús. Lo que era y hacía Jesús, se lo confía a la Iglesia. La misión de la Iglesia es hacer hombres nuevos, al estilo de Jesús, que hagan un mundo nuevo, donde reine el amor.
- Carta de San Pablo. "Hay diversidad de dones... de servicios... de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos".
Pablo anuncia a los de Corinto, que en la Iglesia, el Espíritu del Señor florece en muchos dones, ministerio y servicios, confiados a los fieles, pero siempre para bien de toda la comunidad.
- Los Hechos de los Apóstoles. Vino un ruido del cielo, como de viento recio que resonó en toda la casa donde se encontraban". El Evangelista cuenta cómo fue aquella venida del Espíritu Santo. Rezaban juntos, con María y sintieron un fuerte viento de Dios, un fuego, que los transformó y los impulsó a hablar de las maravillas de Dios. Tan fuera de sí estaban que parecían borrachos. Era el vino de Dios, que los había transformado, para ser testigos de lo que habían visto. "Otro" los poseía y los lanzaba.
Los Dones del Espíritu Santo
En el Catecismo se hablaba de los Dones del Espíritu Santo. Hoy hablamos, también de carismas. (En griego 'Xarys" significa gracia). Y todo viene a significar lo mismo. Que el Espíritu Santo actúa en el corazón del creyente y trabaja en direcciones complementarias. "El Espíritu Santo reparte gracias especiales entre los fieles de cualquier estado o condición y distribuye sus dones a cada uno según quiere". (L.G.12). En el Sacramento de la Confirmación, en el momento solemne de la imposición de manos, pedimos estos siete Dones.
Don de sabiduría. Nos hace saber y saborear las cosas de Dios. Como cantamos en el Salmo 34: "Gustad y ved qué bueno es el Señor"
Don de inteligencia. Nos ayuda a entender mejor las cosas de Dios. Puedo interpretar un poco más en los misterios. Es el don de los teólogos.
Don de consejo. En la vida, constantemente, tenemos que discernir y elegir. En algunas ocasiones sobre temas más importantes. Este don nos ilumina por dentro. Es muy necesario aconsejar a los demás. Los padres, maestros, sacerdotes... necesitan de esta gracia.
Don de fortaleza. Los mártires lo han sentido en toda su fuerza. Los cristianos que queremos ser fieles lo necesitamos en mil momentos de la vida.
Don de ciencia. Es la ciencia de las cosas de Dios. Jesús daba gracias al Padre "porque esto se lo has querido revelar a la gente sencilla". (Mt.11.25).
Don de piedad y de temor de Dios. Nos dan el sentido de Dios. Nos descubren su grandeza y su cercanía. Dios es grande, todopoderoso, pero es Padre y da confianza. Es un don muy necesario en esta hora de secularismo, de tan gran vacío de Dios, con tanta gente que no siente la necesidad de Dios.
Como los Apóstoles con María, gritamos hoy: "¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra!".
+MONS JOSÉ MARÍA CONGET