« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
XV DOMINGO ORDINARIO
La Buena Noticia que hoy nos da Jesús, está contenida en la respuesta a dos preguntas de un letrado. Aunque le interroga para ponerlo a aprueba, Jesús le contesta amablemente y nos da una lección soberana de caridad.
"Maestro ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"
No es una pregunta corriente en nuestra gente. Hoy se cree que eso de entrar en el cielo está tirado. No leemos aquello que dijo Jesús. "¡Qué estrecha es la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida"! (Mt.7.13)
Pero en el fondo, a todos nos preocupa si el cielo estará al alcance de nuestra mano.
Jesús responde al letrado invitándole a recordar lo que dice la Biblia: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo". Y Jesús aplaude la respuesta del letrado: "Bien dicho"
Desde ese momento sabemos que para Jesús el camino del cielo consiste en amar. A Dios con toda la intensidad de nuestra vida y al prójimo con el mismo cariño, con que nos amamos a nosotros.
Como a nosotros mismos. Es una medida exigente. No imposible, si contamos con Dios en la vida. No se pueden separar los dos amores. Los dos palos de la cruz. Mirar al cielo para llenarnos del amor de Dios y mirar a los hermanos para hacerles feliz la vida.
La Iglesia acaba de hacer Beato al "leproso voluntario", al Padre Damián, Apóstol de los leprosos, en la Isla de Molokai.
"¿Quién es mi prójimo?"
Todo podía haber terminado con esa respuesta. Pero el judío quiso saber de labios de Jesús, quién era ese prójimo al que tenía que amar. ¿Sólo el próximo, el cercano, otro judío? ¿Seguía en vigor aquello de "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo"? (Mt.5.43).
También podía haberle preguntado: ¿Quién es Dios? Y Jesús le hubiera dado una estupenda lección sobre el Padre.
Pero el judío quería oír hablar del amor al prójimo y Jesús le contesta con la parábola del Buen Samaritano. Y deja claras tres cosas:
– Todo hombre es un hermano.
– Por muy religioso que sea, si no amo no estoy en la línea de Jesús.
– Con el prójimo, "obras son amores..."
Leyendo la Parábola
"Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó..." Robado y maltratado lo dejaron tirado en la cuneta.
Un hombre. Sin apellido. El que me sale al paso. A quien me encuentro en la vida. "Con nadie tengáis otra deuda que la del amor" (Rom. 13.8) Con los hombres siempre estamos en deuda, porque sólo a ellos les podemos pagar el amor gratuito, que Dios nos da.
"Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino... Dio un rodeo y pasó de largo... Y lo mismo hizo un levita..."
Dos hombres "religiosos" pasaron de largo sin atenderle. Venían de Jerusalén. Tal vez del servicio al Templo. Frente a un hermano necesitado no cabe el rodeo. Hay que ir de frente y ayudarle.
"Pero un samaritano... al verlo le dio lástima... le vendó sus heridas... lo cuidó..."
Hizo con el herido todo lo que podía hacer. El samaritano era para un judío una especie de proscrito.
Sin embargo a partir de esta parábola se ha convertido en una figura ejemplar. Llamarle a uno buen samaritano, es el mejor elogio.
"Anda, haz tú lo mismo"
Es el consejo último de Jesús. Vete por la vida con los ojos bien abiertos y el corazón en la mano. Nunca des un rodeo, desentendiéndote de los hermanos. Hazles todo el bien que puedas. No olvides que "en la caída de la tarde seremos examinados de amor"
Que Santa María, la Madre del Amor Hermoso, nos consiga de su Hijo un corazón de samaritano bueno.
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET