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IV DOMINGO DE PASCUA
DOMINGO DEL BUEN PASTOR
Así llamamos a este Domingo en que leemos un pasaje de este Evangelio. Y aprovechamos la oportunidad para rezar por nuestros Pastores: el Papa, los Obispos, los Sacerdotes. Y celebramos una Jornada de Oración por las Vocaciones. La comunidad cristiana siempre necesitará Sacerdotes, que presidan la Eucaristía y administren los Sacramentos, anuncien la Palabra y estén muy atentos a la marcha de la comunidad.
Y le pedimos al Señor, que estos Pastores que conocemos y queremos, cada día, se parezcan un poco más a Jesús, el modelo acabado de todo Pastor.
Cuando Jesús decía: "Yo soy el buen Pastor..." estaba identificando, con la imagen que de Yavé cantaba el Salmo 23: "El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar..." Pero además el pastor era una figura familiar y entrañable. Abundaban los pastores. Las grandes figuras bíblicas: Abrahan, Moisés, David... habían sido pastores, antes que conductores de su pueblo.
Aunque en este mundo del asfalto y las autopistas, apenas si vemos un pastor, la imagen nos sigue cayendo simpática. El cariño a las ovejas, la bondad de su figura, el buscar los buenos pastos... son aspectos de su vida, que perviven.
También nosotros, pecadores arrepentidos, nos alegramos de que Jesús, Buen Pastor, nos ponga sobre sus hombros y nos haga descansar en su aprisco.
Exigencias del Buen Pastor
En el trozo que hoy leemos, Jesús nos traza a las ovejas, que queremos ser fieles, un buen Programa de vida.
- "Mis ovejas escuchan mi voz...". Eso es lo primero: oír la voz del Pastor. Vivimos en medio de un griterío de voces. Algunas tan fuertes, que son las que más se hacen escuchar. La de mi propio egoísmo, las voces de tanto vendedor de felicidad fácil, la de los políticos, los gritos de la TV... No podemos vivir sin el sonido de tanta voz.
Pero en medio de tanto ruido, a veces ensordecedor, hay otra voz, que suena en lo profundo de mi vida, si yo la quiero oír. Es la voz de Jesús.
Esta voz la oigo: si leo el Evangelio, si atiendo a las Lecturas en la Misa, si me reúno con otros cristianos en el equipo, si sé caminar por la vida con ojos abiertos, para sorprenderme de gestos buenos y escandalizarme por tantas cosas que me indignan. Oír y escuchar son dos verbos distintos, que yo los tengo que unir. Ya en la antigüedad, decía Yavé: "¡Shema, Israel. Escucha Israel...! (Dt. 6.4)
- "Y yo las conozco..." Si escucho su palabra, Dios entra en mí. Conocer, en labios de Jesús, es lo mismo que entrar en comunión, en amistad con Él. Podemos recordar aquello del Libro del Apocalipsis: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo". (Ap. 3.20)
Se establece desde mi fidelidad a Jesús una amistad: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando". (Jn. 15.14)
- "Y ellas me siguen..." Él va por delante. Él se hizo uno de nosotros para ir siempre por delante. Además de llamarse Pastor, se quiere llamar también: "camino, verdad, vida, luz, pan, agua..." Siempre cercanía, siempre ayuda, siempre protección. Por eso camino seguro detrás de Jesús.
Tres palabras para un examen de mi vida creyente: Oyente de la Palabra, amigo íntimo de Jesús, seguidor de sus caminos. Tres palabras siempre unidas.
Para que esto sea posible y fácil, quiere que lo siga en Iglesia, en grupo, en Comunidad. Yo soy un seguidor de Jesús, pero los hermanos me acompañan, me ayudan, me hacen más llevadero el camino.
- "Yo les doy la vida eterna..." Los seguidores de Jesús, recibimos en el Bautismo la marca de la familia. Recibimos una "vida nueva". (Se lo explicó muy bien Jesús a Nicodemo en el Evangelio de Juan 3.1-21). Una vida que llamamos gratuita, de gracia, regalo de Dios. Y esta vida es para siempre.
- "Nadie las arrebatará de mis manos...". Ésta es nuestra confianza. Que aunque el mundo nos zarandee, estando con Jesús, nadie nos podrá arrancar de sus manos. Por eso rezamos: "No nos dejes caer en la tentación..."
Y todo es posible, porque Él, Jesús, el Resucitado, es Dios: "Yo y el Padre, somos uno".
Punto final. Los amigos franciscanos le llaman a la Virgen la Divina Pastora, porque también Ella, la Madre de Jesús, se preocupa de nosotros como el mejor de los Pastores. Y nos ayuda a vivir siempre en la onda de Jesús.
Por eso en este mes de Mayo es bueno, que con toda la Iglesia, caminemos un poco más, de manos de María.
+MONS. JOSÉ MARÍA CONGET