« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
31 DOMINGO ORDINARIO
Jesús no había venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y Lucas, mejor testigo de la misericordia de Dios, nos comenta en este Evangelio todo el proceso interior de un hombre, que quiso "ver" a Jesús y todo el cambio que se dio en su persona.
- Una lectura detenida del Evangelio.
"Zaqueo, jefe de publicanos y rico..." Era el prototipo de un pecador. Publicano: colaborador de los romanos en el cobro injusto de los impuestos. Y rico, que según la predicación de Jesús, tenían difícil la entrada en el cielo.
"... deseaba ver a Jesús". Lo quería conocer, que era mucho más que un gesto de curiosidad. Había en este interés un deseo de salvación. El "ver" a Jesús es un símbolo de querer tener el don de la fe.
"Corrió y se subió a un sicómoro". Hizo un esfuerzo, venció el respeto humano y hasta la sensación del ridículo. En el Evangelio todos los que quieren "ver" a Jesús hacen algo. El ciego grita, los leprosos lo buscan, Zaqueo se sube a un árbol alto.
"Jesús levantó los ojos..." También, otras veces el Evangelio describe esa mirada de Jesús, que cambia a las personas. A Pedro lo cambió de pescador en Apóstol, de pecador en reconciliado. (Jn.1.42; Lc.26.61)
"y le dijo: Baja enseguida". El encuentro con Jesús produce efectos inmediatos. Lucas habla de la prisa de María para visitar a Isabel, de los pastores cuando oyen la Buena Noticia, de las mujeres de la mañana de Pascua. La prisa para recibir y dar la Buena Noticia.
"Hoy tengo que alojarme en tu casa". No es corriente en el protocolo que uno se invite. Aquí es un signo de confianza y del deseo salvador de Jesús. La iniciativa es de Jesús. Es el HOY de la salvación tan repetido en la Biblia. "Ojalá escuchéis hoy su voz". (Sal.95)
"La mitad de mis bienes a los pobres... restituiré cuatro veces más". Es un brindis generoso, que manifiesta la sincera conversión de Zaqueo, en la línea de la justicia y la caridad.
"Hoy ha llegado la salvación a esta casa". Con la de Zaqueo la de toda la familia. ¿Qué mejor bendición para aquel hogar que la vida nueva de este hombre?
"El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido". Con esta palabra de esperanza para todos los pecadores, acaba el relato.
- Nosotros a la luz de este Evangelio.
- Dios nos acoge a todos. A ningún hombre, por muy pecador que sea, se le cierra la puerta del corazón de Dios. A Él siempre se llega a tiempo.
- Desear encontrarnos con Jesús. A veces, incluso en la Misa, nos puede la rutina. A veces cumplimos sin ilusión, sin hambre de Dios. No encontramos ninguna novedad en la Celebración, no salimos más llenos.
- Esfuerzo personal. Zaqueo puso todo lo que estaba de su parte. En toda la vida religiosa es necesario el esfuerzo. Uno tiene que orar, leer, celebrar su fe, participar, contribuir generosamente.
- Siempre abrirle la puerta. A la insinuación de Jesús, respondió con una gran generosidad. Siempre vale aquello de San Agustín: "Temo a Dios que pasa, por si no vuelve"
- Alegría. Zaqueo recibió a Jesús muy contento. La alegría tiene que acompañar siempre a nuestra vida de fe. La alegría es fruto del Espíritu Santo. Una palabra que oyó la Virgen y se repite en la Biblia hay que recordarla en todo momento. "No temas. Has encontrado gracia ante Dios"
- Conversión. Todo encuentro con el Señor, –en la Misa, en la Romería, en cualquier momento–, tiene que terminar en cambio de vida. Y siempre en ese binomio: justicia y caridad.
- La salvación de mi casa. Si Dios cambia mi vida, los demás siempre se benefician. Amor y humor, fe y servicio, Dios y los hermanos... son realidades que no se separan. Por eso mi casa se salva, si yo encuentro a Jesús.
¡Que Santa María nos eche una mano, para que también nosotros oigamos que Jesús quiere hospedarse en nuestra casa!
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET