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DOMINGO 28 DE TIEMPO ORDINARIO
Si viéramos a través de un cristal, sin oír una palabra, el encuentro de Jesús con el joven del Evangelio, nos llamaría la atención el interés con que el joven se acerca a hablar con el Señor, la respuesta detenida de Jesús y cómo cambia de cara. Al principio le mira con cariño y alegría y luego con cara triste. Y nos sorprendería más cómo el joven se aleja con la cabeza baja, profundamente triste. ¿Qué dice Jesús a los que están con Él, cuando el joven se aleja?
Una pregunta pasada de moda
"Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?". Esta es la pregunta, que mucha gente no se hace.
Nos hemos empeñado, en que al cielo se entra de rondón, por cualquier puerta. Que el infierno no existe y si existe está vacío.
Demasiada gente ha perdido la conciencia del pecado, al no tener ninguna relación personal con Jesucristo, al no entender el cristianismo como "un cara a cara con el Señor".
Nos envuelve una marea de erotismo, un clima de corrupción, de vacío de valores morales. Es bueno todo lo que nos apetece y Dios es un ser bonachón, que transige con todo. Y difícilmente nos preguntamos, si es verdad que Jesús murió por nuestros pecados.
La muerte repentina de bautizados, totalmente alejados, de momento nos inquieta, la Iglesia se llena, pero pronto todo se olvida y buscamos mil excusas para exculpar nuestras debilidades.
Y esta pregunta del joven rico ahí queda en el fondo del corazón. Si nos la hiciéramos en serio, tal vez cambiaría nuestra vida y es seguro que buscaríamos en la Penitencia el perdón de los pecados.
"Ya sabes los mandamientos"
Esta fue la respuesta del Señor. Y le recordó algunos mandamientos.
Los de la segunda tabla, los de referencia social.
"No matarás". Aquí entra todo, desde el aborto a la eutanasia. Lo legal no siempre es moral. En otra página (Mt. 5.21-26), Jesús completa el quinto mandamiento, hablando del corazón que mata interiormente, dejándose llevar por el odio, las rencillas, insultos, etc.
"No cometerás adulterio". También esta página la amplía Jesús en Mt. 5.27-30. Y hay cristianos, que no se toman en serio la referencia de la sexualidad al matrimonio. Desde luego que la TV no es una buena escuela de educación para castidad, según el Evangelio.
"No estafarás”. La propiedad ajena es algo sagrado. "O restitución o condenación", decía el viejo refrán. Pero en nuestro tiempo, se ha subido tan alto el listón de los robos con guante blanco, que es difícil darle importancia a las mil maneras, que tenemos de aprovecharnos de los bienes de los demás, desde los pequeños hurtos, hasta la injusticia en el trabajo o en los deberes cívicos.
"Honra a tu padre y a tu madre". Y esto vale para todas las edades. Todos los veranos oímos de hijos que tienen prisa por llevar a sus padres a una Residencia de Ancianos. De padres abandonados, que no reciben visitas familiares.
El joven salió airoso de esta evaluación y "Jesús se le quedó mirando con cariño". Muchos damos fe de que hay mucha gente que así vive, embelleciendo el mundo y mereciendo esta mirada de Jesús.
"Vende lo que tienes... luego sígueme"
Aquel joven, sin identificar, estaría hoy en la lista de los amigos de Jesús, si hubiera tenido coraje para decir que sí. Pero tuvo miedo a vivir sin dinero, como amigo de Jesús y "frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico".
Si hoy a más gente cristiana Jesús no le invita a más, –a seguirle, a ser santo, a vivir desprendido–, es porque no se acercan a Él, para ser amigos y preguntarle en serio sobre la vida que llevan.
Si los cristianos, jóvenes y mayores, laicos y curas, hiciéramos oración o más oración, si leyéramos detenidamente el Evangelio, si nos acercásemos al Señor con más interés... seguramente que Él nos invitaría. Tendríamos que dejar cosas, pero nos daría la alegría de seguirle muy de cerca y ser felices con Él.
Es bueno, cuando el curso comienza, acercarme a la Parroquia, al grupo cristiano, para entrar de lleno en una vida cristiana. Y estar dispuesto a "vender" lo que tengo, para ser feliz con Él.
¡Santa María de los pobres, ayúdame como Tú a decir sí a los deseos de tu Hijo Jesús!
+ Mons. JOSÉ MARÍA CONGET