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V DOMINGO DE CUARESMA
Nos acercamos a la Pascua. Nos hemos visto tentados como Jesús, con la esperanza de ser como Él transfigurados. Nos hemos visto reflejados en la higuera que no da fruto, aunque bien abonados por Dios y como nuevos hijos pródigos recibíamos el abrazo del Padre, hace una semana.
Y hoy, de nuevo, nos encontramos con un Jesús perdonador, que nos llama a vivir en su amistad, lejos del pecado.
Leyendo el Evangelio
– Estaba enseñando en el Templo. "Los letrado y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio... La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras tú, ¿qué dices?"
Duele la frialdad de la acusación. La tratan a golpe de Ley. No les importa la persona, ni su sufrimiento. Es una mujer objeto. Tampoco les importa el pecado.
– Jesús tarda en contestarles. Inclinándose escribe en el suelo... Como insistían en preguntarle... dijo: “el que esté sin pecado, que tire la primera piedra... Se fueron escabullendo uno a uno..."
Jesús mira a las personas. No había venido a condenar, sino a salvar. A la mujer y a los fariseos. Por eso quiere, que en el silencio ellos entraran en sí mismo. ¿Qué escribía en el suelo? Tal vez sintieron vergüenza con la palabra de Jesús, pero no entraron en su corazón. Jesús comprende y defiende a los pecadores. No hace buenas migas con los hipócritas.
– Dijo su palabra final. "Yo tampoco te condeno. Vete y en adelante no peques más". Brilla la misericordia. Y ese "conocimiento interno" del pecado. Él era Jesús, Salvador de los pecados, por eso termina con esa seria invitación.
Lecciones cristianas que aprendemos
– El valor de las personas. "Una mujer sorprendida en adulterio". Esa buena señora tenía nombre y apellido. Y una historia muy concreta. Era una persona. Dios la quería y Jesús había venido a dar la vida por ella. Por eso Jesús la trata con delicadeza, la defiende con coraje, la manda nueva a la vida.
Siempre tiene que prevalecer la dignidad de cada persona. Lo mismo en los grandes principios. "El fin no justifica los medios", que hemos oído esta temporada con insistencia. Como en el trato de cada día, a la hora da ayudar, juzgar, negar el saludo, insistir en el perdón de las ofensas, etc.
– Reconocernos pecadores. "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra". Aquellos acusadores confundían pecado con transgresión de la Ley. Pero el pecado no es algo tan frío. Cuando uno peca, algo se rompe por dentro. Por eso mucha gente ha perdido el "sentido del pecado". Hay Leyes que lo legalizan y creen que pueden convertir en bueno, lo que es malo a los ojos de Dios.
Hay que descubrir a un Dios cercano, a un Jesús amigo, a un Espíritu Santo presente en mi vida para comprender el pecado. En la Biblia el pecado se entiende como quiebra de la amistad con Dios, enfriamiento de relaciones. Hasta se le llama adulterio, ruptura de la Alianza, de los desposorios con Dios. "Crucifican de nuevo al Hijo de Dios" (Heb. 6.6), es otro modo de entenderlo).
– Voluntad de no pecar. "En adelante no peques más". Consigna que vale para todos. Y si alguno dice que no es pecador, –hay pecados graves y leves, mortales y veniales–, le invito a que haga una Lectura detenida del Sermón del Monte, (Mt. cap. 5,6 y 7) y verá en cuántas cosas fallamos, que nos tienen que hacer sentirnos pecadores y acercarnos al perdón de Dios, en el Sacramento de la Penitencia.
Punto final. Don pensamientos de las otras lecturas de hoy: Isaías. "Mirad, que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Es la maravilla de la Pascua, que se acerca.
San Pablo. "Todo lo estimo por pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor". Con esta fe, el pecado tendrá otra dimensión.
¡Qué nos ayude Santa María, la Madre de la Misericordia!
+MONS. JOSÉ MARÍA CONGET