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XVI DOMINGO ORDINARIO
Seguimos a Jesús en su tarea de formación de los Apóstoles. El Domingo pasado los vimos marchar a su tarea apostólica. De dos en dos, ligeros de equipaje, con poderes sobre el mal. Hoy vuelven contentos a reunirse con Jesús. Y en estas páginas, que leemos despacio, captamos una serie de detalles, que nos ayudan a conocer mejor a Jesús.
- SU GRAN HUMANIDAD
Es lo primero que nos llama la atención. Él era el Señor, el Hijo de Dios, el Mesías enviado por el Padre, el Redentor de los hombres, "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo".
Era el Profeta, un líder que arrastraba a la multitud, alguien tan sorprendente, que la gente se preguntaba: "¿Quién es éste que hasta los vientos y el mar le obedecen?". Todo en Él era grande. Tenía prisa por salvar a la humanidad: "Fuego he venido a traer a la tierra. ¿Qué quiero sino que arda?" (Lc. 12.49).
Y sin embargo era una persona tan humana, tan cercana a la gente, que se interesaba por todos sus problemas, adivina sus situaciones y en este momento de la vuelta gozosa de los Apóstoles, sólo le preocupa el que se tomen un descanso. "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco".
– La lectura reposada del Evangelio nos hace descubrir, que Jesús era un hombre lleno de detalles. No es el importante que marca distancias. Es el amigo, que en cualquier circunstancia, busca a los hombres, para echar- les una mano. "Venid a mí, los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré" (Mt. 11.28)
- ESTAR CON JESÚS
El Evangelista cuando nos cuenta la llamada a los Apóstoles, dice: "Instituyó Doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar" (Mc. 3.14)
Estar con Él, ser de los suyos, estar en el círculo de su intimidad, es la primera inquietud de los amigos de Jesús. Un cristiano nunca puede olvidar, que es un sarmiento de la cepa. (Lc. 15).
Los Apóstoles lo sabían muy bien. De Él habían recibido el encargo de evangelizar y a Él volvían a contarle cómo les había ido. Los Apóstoles conocieron mejor que nadie los secretos de Jesús. Les había dicho: "Vosotros sois mis amigos" (Ju. 15.17).
– Nosotros, enviados por Jesús, no somos agentes, ni funcionarios, ni profesionales que realizan una tarea. Somos testigos suyos. Amigos que van en su nombre, que transmiten la verdad de una persona, a quien conocen muy bien y que se llama Jesús, a quien queremos hacer la vida de nuestra vida.
Por eso la intimidad con Él por la oración, el no dar un paso sin contar con Él, el darle cuenta de los pasos que damos... tiene que ser algo tan normal, que para un cristiano, que Jesús sea su sombra, el aire que respira, la luz que lo conduce, la fuerza que le sostiene. "Sin mí nada podéis hacer" (Juan 15.5).
- NOS INVITA AL DESCANSO
Es la única vez, que en el Evangelio se dice que Jesús les mandará descansar. Vio que tenían necesidad de un tiempo de paz, para recuperar energías, antes de volver al trabajo y los invitó a una vacación. "Se fueron con Él a un sitio tranquilo y apartado"
– Cuando llegan estas fechas, muchos nos sentimos a tope y sentimos la necesidad de unos días de descanso.
Las vacaciones son ya un derecho social. Ojalá todos las pudiéramos disfrutar. Desgraciadamente hay mucha gente, que no puede permitirse este lujo, tan necesario.
Y lo que descubrimos, en esa invitación de Jesús a sus amigos, es que las vacaciones tienen que ser días de paz, en los que uno se recupera y vuelve con optimismo y serenidad a la rutina de cada día.
Viendo a Jesús dialogar con los suyos, pensamos que las vacaciones tienen que ser, también, días de una recuperación espiritual. Tiempo largo y sereno de vida familiar, de convivencia con los amigos, de más oración, de alguna lectura que enriquezca el espíritu.
Es bonito que nos digan los contemplativos, que nunca, como en estas fechas, llaman a su puerta gentes, que buscan unos días de silencio en la soledad del claustro. Los más desde la fe. Muchos desde una búsqueda humana de serenidad, en un lugar, que lo saben dominado por la paz.
- UN CORAZÓN COMPASIVO
También aprendemos la enorme bondad del corazón de Jesucristo. En cuanto lo ven lo siguen. "Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos".
– Nosotros, que merecemos y necesitamos las vacaciones, por nada de este mundo podemos cerrar el corazón a las necesidades ajenas. Y hasta las vacaciones tienen que ser un tiempo, que nos prepare para servir mejor a los hermanos. Siempre tenemos que ir como Jesús por la vida, con los ojos bien abiertos y el corazón en la mano.
+ Mons. JOSÉ MARÍA CONGET