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FIESTA DEL CORPUS
La verdadera fiesta del Corpus tendría que ser la tarde del Jueves Santo. Ese día, recordamos y revivimos, a la misma hora, lo que Jesús hizo en la Última Cena. Hasta ambientamos la conmemoración con el gesto del lavatorio de los pies. Y oímos con emoción la palabra de Jesús: "Tomad y comed, esto es mi Cuerpo... Haced esto en memoria mía".
Pero esa tarde, el ambiente está cargado de tristeza por la cercanía de la Pasión y Muerte de Jesús y no hay clima para una celebración festiva, como o está requiriendo ese regalo de Dios, que es su vida puesta en nuestras manos.
Por eso se inventó, hace muchos siglos, ese doble del Jueves Santo, que es la Fiesta del Corpus. Celebración en el templo y paseo por nuestras calles. Campanas, músicas, flores, colgaduras. Que Él se asome a nuestras casas. "Cantemos al amor de los amores, Dios está aquí".
Cuando vamos a volver a los Domingos corrientes, en los que la Misa siempre será el centro del día, viene bien la celebración de esta Fiesta que anima nuestra fe.
Las Lecturas del Día
Un símbolo en las páginas del A.T. "Melquisedec, Rey de Salen, Sacerdote del Altísimo ofreció pan y vino". El Génesis nos cuenta la Historia de Abrahan, el Padre de la fe. Le sale al encuentro un personaje misterioso, que le ofrece pan y vino. Y lo bendice y le anuncia la victoria sobre los enemigos.
La Iglesia ha visto en este Sacerdote–Rey, una figura de Jesús, que nos da el pan y el vino de su propia entrega. Nos llena de bendiciones, nos regala el pan de la fortaleza.
Abrahán, en agradecimiento le ofreció el diezmo de sus bienes. Jesús nos pide, que correspondamos con amor a esta entrega suya.
Un pan que se multiplica. "Pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio..." La multiplicación de los panes fue un hecho tan importante en la vida de Jesús, que lo cuentan todos los Evangelistas.
En la lectura de San Lucas, llama la atención, cómo quiere Jesús que intervengan los Apóstoles. "Dadles vosotros de comer... No tenemos más que cinco panes y dos peces... Decidles que se sienten... Se lo dio para que lo distribuyeran... Se saciaron, recogieron las sobras..."
San Juan aprovecha el relato de la multiplicación de los panes para darnos un discurso sobre la Eucaristía. Pasa de un pan, que quitaba el hambre, a un pan mejor que el maná. "Mi carne es verdadera comida... Mi sangre es verdadera bebida... El que come de este pan vivirá para siempre". (Jn.6.5–58)
La iglesia siempre ha visto en este pan multiplicado, repartido, que sacia, que se guarda con veneración... el pan de la Eucaristía.
Lo que nos regalará Jesús en la Última Cena está prefigurado y anunciado en estos Evangelios de la multiplicación del pan, para saciar a los hambrientos, que le siguen.
Una carta de Pablo. "Yo he recibido una tradición, que procede del Se– ñor y que a mi vez os he transmitido". Leemos dirigida a nosotros esta Carta, que enriquece nuestra fe.
Los cristianos de Corinto, evangelizados por Pablo, habían olvidado que la Eucaristía, sólo se puede recibir con un corazón fraterno. Sentarse a la mesa de Dios, es abrir el corazón a los hermanos.
Como Pablo tiene noticias de que no celebran bien la Eucaristía, les manda esta Carta, escrita hacia el año 58, que es el mejor testimonio para saber que la Misa nace de Jesús y la Iglesia la ha celebrado siempre.
El Apóstol les enseñó, lo que había recibido de Jesús y que tenían que guardarlo con total fidelidad "cada vez que coméis de este pan... proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva"
"Este es el Sacramento de nuestra fe"
La Fiesta del Corpus es una llamada a avivar la fe. El Señor quiso esconderse en ese signo tan pequeño, está tan silencioso, tanta gente pasa, tantas veces vemos tratarlo como si no estuviera ahí toda la riqueza de Dios... que hoy nos tenemos que restregar los ojos. "¡Señor, que te vea!" Aumenta mi fe.
Este día nos comprometemos:
– A no dejar la Misa ningún domingo. – A comulgar, con hambre de verdad y corazón limpio. – A visitarlo, cada día, en la Iglesia. – A que si alguno de la casa está enfermo, no le falte la Comunión. – A que la Eucaristía, que es amor, nos ayude en la vida de cada día a ser testigos del amor. "Amor con amor se paga". Mientras le acompañamos por las calles animamos así nuestra fe.
Que la Virgen nos dé un poco de su fe.
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET