« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
LA IGLESIA CONTRIBUYE A CREAR
UNA SOCIEDAD MEJOR
Monseñor Julián Ruiz Martorell
La misión de la Iglesia es evangelizar, anunciar, vivir y celebrar la Buena Noticia a todos los hombres. Para poder hacerlo, entre otras cosas, se necesitan recursos económicos.
Para realizar su misión, la Iglesia necesita la colaboración activa, responsable y generosa de todos sus miembros.
Reflexionar sobre la financiación de la Iglesia nos ofrece la oportunidad de recibir orientación para que nuestros criterios sean más acertados y conseguir equilibrio para que nuestras opiniones sean más justas.
Conocemos el origen de los recursos que administramos y el destino que se les da, y sabemos que el recorrido entre el origen y el destino es transparente.
Cada año se avanza en el sentido de la corresponsabilidad, pero todavía hemos de tomar conciencia más viva del compromiso de financiación de la Iglesia. Se va produciendo gradualmente un cambio de mentalidad y se fortalece el sentido de participación responsable.
Los ingresos proceden de la Asignación Tributaria (el 0´7 % de la cuota íntegra de quienes voluntariamente marcan la X en la Declaración del IRPF), de donativos y colectas ordinarias, de suscripciones periódicas, de colectas extraordinarias (campañas destinadas a fines concretos: Cáritas, Domund, Manos Unidas etc.), de cuotas familiares o personales, entregadas mediante transferencia bancaria permanente a favor de la Parroquia o de la Diócesis, de herencias, aranceles etc.
El sostenimiento económico de la Iglesia Católica depende de la voluntad de los cristianos y de quienes reconocen la labor realizada. Son muchas las actividades que se llevan a cabo en la evangelización, la catequesis, la acción socio–caritativa, las obras de promoción humana y social, el trabajo en educación y formación, el esfuerzo de conservación y protección del patrimonio histórico, artístico y documental y otras iniciativas.
La Iglesia está comprometida en informar con claridad, gestionar con honradez y transparencia y programar con austeridad.
En la información, se procura responder a preguntas que surgen en torno al tema del dinero en la Iglesia para disipar dudas y aclarar opiniones inexactas.
En la gestión honrada y transparente, se actúa desde la viva conciencia de que la Iglesia administra unos recursos que están al servicio de la evangelización y de la atención socio–caritativa.
En la programación, la Iglesia proyecta con austeridad y se sitúa en el marco de la pobreza vivida y anunciada por Jesucristo.
El anuncio de Evangelio fundamenta la dignidad de la persona, ofrece sentido, orientación y esperanza en el camino de la vida, genera fraternidad, acrecienta la convivencia e incrementa el desarrollo de toda la humanidad.
Para llevar a cabo esta tarea seguimos necesitando la colaboración de todos.
Muchas gracias a todas las personas que colaboran con su generosidad.
Junto con el reconocimiento sincero y la gratitud por todo lo que ya se está haciendo, sigamos escuchando en nuestros corazones la urgente llamada para responder a las necesidades de nuestro tiempo.