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III DOMINGO DE CUARESMA
La Cuaresma va adelante. Cada Domingo decimos en el Prefacio, que queremos avanzar hacia la Pascua, "dedicados con mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno, para ser en plenitud hijos de Dios".
Y el Evangelio de hoy nos compara con una higuera, que no daba fruto, pero se encontró con la paciencia del viñador. Y dos veces oímos la invitación del Señor a que nos convirtamos. Rezaremos con el Profeta: "Conviérteme y quedaré convertido" (Jer. 31.18).
Leyendo el Evangelio
- "Se presentaron algunos a contarle a Jesús lo de los Galileos, cuya sangre vertió Pilato. Y aquellos dieciocho, que murieron aplastados por la torre de Siloé..."
Le contaron, dos sucesos, que todos conocían y de los que hoy no tenemos más versión que la del Evangelio. La muerte en el Templo, a manos de los soldados de Pilato, de unos galileos rebeldes, probablemente zelotas. Un hecho que les impresionó más, porque su sangre había corrido con la de los animales sacrificados.
Y un accidente. Dieciocho personas que murieron aplastadas por un torreón de la muralla. Tal vez con motivo de la traída de las aguas en tiempo de Pilato.
Esperaban una respuesta de Jesús. ¿Un juicio político contra Pilato?
¿Una sentencia teológica, que les confirmara que algo mal habrían hecho para morir así? Era normal en su concepto de lo religioso pensar, que todo lo malo que nos viene, es por algún castigo de Dios.
Jesús en su repuesta va por otros caminos. Esos hombres no son, ni más pecadores, ni más culpables que los demás. Todo lo que sucede son llamadas de Dios a nosotros, para que cambiemos de vida.
- Y les dijo esta parábola: “uno tenía una higuera plantada en su viña..."
El Señor ilumina la llamada urgente y reiterada a la conversión con esta parábola. Una higuera que no daba fruto. El dueño la quiere cortar. El viñador que le tenía cariño y esperaba que diera fruto, quería darle más tiempo, abonándola más, "a ver si da fruto. Si no, al año que viene, la cortarás".
La parábola tiene una aplicación inmediata en nuestra vida, en otras palabras del Evangelio: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta y todo el que da fruto lo limpia para que dé más fruto" (Ju. 15.1.2)
Nosotros somos esa higuera, plantada en la viña de Dios, que cuenta con la gracia de Jesús, con todo el cuidado de la Iglesia y la infinita paciencia de Dios y aunque Dios es siempre misericordia, siempre ayuda a despertar nuestra vida ese temor de Dios, que apunta el Evangelio. "Si no, el año que viene la cortarás"
Consignas para esta semana de Cuaresma
- Atención a la conversión. "Si no os convertís". Mil cosas pasan, nos llaman la atención, nos escandalizan, son buen ejemplo... Todo lo que sucede, en bien o en mal, ha de ser una llamada a mejorar nuestra vida.
- "Florece donde te han plantado", dice el refrán. "Ver si da fruto". El Señor tiene derecho a que nuestra vida fructifique en bien. "Yo os he elegido y os he destinado para que Vayáis y deis fruto" (Jn. 15.16).
¿Qué fruto? La 1ª Lectura nos presenta a Moisés, que cuando estaba bien tranquilo en casa, Dios le llamó: “he visto la opresión de mi pueblo..." Y lo mandó a salvar a la gente.
Dios me llama siempre a servir a los otros. "Alabanza divina y caridad fraterna", es la consigna cuaresmal. ¿Qué estoy haciendo en serio por los demás?
- El abono de Dios. "Yo cavaré alrededor y le echaré estiércol" Siempre, pero más en Cuaresma es abundante el abono de Dios, en la vida eclesial: Palabra abundante, Ejercicios Espirituales en la Parroquia, Vía Crucis, Rosario, Sacramento de la Penitencia, etc. Con toda esta fuerza de Dios podré dar mucho más fruto.
La Solemnidad de San José. El símbolo de su vida es una vara florida. Toda su vida fue un árbol, que dio mucho fruto. Hoy le pedimos por nuestros Seminarios. Que florezcan buenas y abundantes vocaciones a la vida sacerdotal.
+MONS. JOSÉ MARÍA CONGET