« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
V DOMINGO ORDINARIO
LLAMADA Y ENVÍO
Son dos palabras que siempre van unidas en la Biblia. Dios llama para enviar. Llama por su nombre a muchas personas y les encarga tareas muy concretas. La lista de los llamados es muy larga: Abrahán, Moisés, Jeremías, María, Pablo, etc. La persona llamada siempre expresa su dificultad. Pero el Señor siempre se impone y lo envía en su nombre y con su fuerza: "Yo estaré contigo".
Las Lecturas de hoy
Nos hablan de tres personas, a las que Dios llama por su nombre y les da una misión determinada.
Isaías. Precisa el momento exacto de la vocación... "El año de la muerte del Rey Ozías". Describe el ambiente religioso del Templo. Sintió profundamente el temor de Dios, se llenó de miedo por su indignidad y notó cómo Dios lo purificaba para que fuera Profeta. Se brindó generosamente,: "Aquí estoy, mándame".
San Pablo. Había sido llamado en el camino de Damasco y hoy nos explica, que a pesar de su indignidad, "el último, como a un aborto", también a él se le apareció el Resucitado y lo envió a anunciar la Pascua del Señor. 'Por la gracia de Dios soy lo que soy"
San Pedro. Ya le conocía a Jesús. Le había invitado a su seguimiento un día a orillas del Lago. Pero hoy, en la pesca milagrosa, siente la grandeza de Jesús y su propia pequeñez: "¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!" Ha oído la llamada del Señor: 'No temas; desde ahora serás pescador de hombres".
Los tres fueron fieles al encargo de Dios. Los tres tuvieron horas buenas y malas en el seguimiento. Y en los tres se cumplió la palabra de Jesús: "Yo os he elegido y os he destinado para que vayáis y déis fruto" (Ju. 15.16)
Laicos en la Iglesia y en el mundo
Aunque la palabra vocación, llamada, parece exclusiva para sacerdotes y religiosos, es palabra común. También los laicos sois llamados por Jesús. Y todos recibimos con el Bautismo el compromiso y la gracia de ser "Miembros de Cristo Sacerdote, Profeta y Rey".
Los laicos cristianos ejercéis el sacerdocio real. Todo lo que el bautizado vive en el trabajo, en la familia, en el descanso, en las dificultades y alegrías de la vida... todo se puede convertir en alabanza del Padre. Todo le da gloria.
La vida entera es como una misa. El pan y el vino es todo lo que llevamos en las manos y el corazón y todo por Jesús se convierte en consagración del mundo (LG.34). Un cristiano nunca va a la Misa del Domingo con las manos vacías. Lleva la vida de toda la semana.
También el laico cristiano está llamado a ser profeta. El Profeta es el pregonero de Dios. Cristo es el Profeta por excelencia y "cumple su misión profética, también por medio de los laicos a quienes constituye en testigos" (L.G.35)
Vive su vocación de profeta la madre que enseña a rezar, el catequista, el maestro que inspira la vida evangélica, el amigo, que da testimonio, etc.
Y testigos con la palabra y la vida estamos llamados a ser todos cristianos. La fe no es un bien privado, es una luz que tiene que resplandecer. "Ay de mí, sí no anuncio el Evangelio", decía San Pablo. Hay areópagos, que se quedan sin palabra de Dios, porque los laicos no la proclaman.
El Reino de Dios también es cosa de los seglares. Hay que rezar el Padre nuestro: "Venga a nosotros tu Reino". Pero trabajar por el Reino es una tarea que Dios la ha puesto en manos de todos nosotros. El Reino es amor, justicia, verdad, vida... El Reino es un mundo según el corazón de Dios. El Reino pide cambio de corazones, de estructuras, leyes... El Reino lo hace Dios, pero necesita nuestras manos, nuestra inteligencia, nuestra entrega.
El seglar vive en el mundo y es en el mundo donde está llamado a hacer el Reino. Esa es su misión preferente. ¡Que Santa María nos ayude a hacer mejor este mundo, más Reino de Dios!
+ MONS. JOSÉ MARÍA CONGET.