« PLEGARIA EN EL 2º DOMINGO CUARESMA |
XVI DOMINGO ORDINARIO
Seguimos acompañando a Jesús hacia Jerusalén. Hoy hacemos un alto en el camino, en casa de sus buenos amigos: Marta, María y Lázaro. Somos testigos de una escena familiar, que ilumina nuestras vidas.
Acogida en Betania
La aldea estaba cerca de Jerusalén, allí se refugiaba muchas veces Jesús. Se llamaba Betania. No estaba lejos del Monte de los Olivos.
La Liturgia quiere destacar la acogida que le brindaron a Jesús. Por eso del libro del Génesis leemos, cómo Abraham ofreció en su casa hospitalidad a unos personajes misteriosos, que venían de parte de Dios y le anunciaron para el año próximo, el nacimiento de su hijo Isaac.
Desde entonces Betania significa lugar de paz, puerta abierta, acogida. Y en este mundo nuestro tan hosco, tan selectivo y tan receloso, es bueno que se multiplique este sentido de la acogida. San Benito les dijo a sus monjes: "El huésped es Cristo”.
Gracias a Dios, en la Iglesia hay muchas Betanias. Casa de oración, hogares de acogida a Tercera Edad, a personas abandonadas. Cada una de nuestras casas tendría que ser una Betania, un rincón de paz. Frente a ese egoísta refrán: "Cierra la puerta y alaba a tu vecino", está el otro más evangélico: "La puerta abierta, pero más el corazón"
¿Somos acogedores? ¿Sabemos tratar bien a las gentes? ¿Abrimos el corazón?
Marta y María
Son las dos hermanas de Lázaro, que han encarnado dos estilos de vida. "María, que estaba sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra"
"Y Marta se multiplicaba para dar abasto en el servicio" Son las dos maneras de vivir la fe, que se dan en la Iglesia. Ora y trabaja. Acción y contemplación. Las dos son necesarias y complementarias. Abunda más la vida activa. Pero siempre es necesario que en nuestra vida afloren los dos estilos.
En la Fiesta de la Trinidad, toda la Iglesia celebró el día "Pro orantibus". Una jornada de acción de gracias, por los que dedican lo mejor de su tiempo a la contemplación.
Como la Iglesia es la familia de los hijos de Dios, comunión de los santos, es bueno que haya muchas personas, de rodillas ante Dios y con las manos levantadas, rezando por todos.
Hay personas a las que el Señor regala dones contemplativos. Tienen el don de la sabiduría. Saborean a Dios. Viendo el tiempo que en los Monasterios se dedica al silencio, a la oración, a la vida litúrgica, se entiende lo que dice el Evangelio de hoy: "Sólo una cosa es necesaria". Dar gloria al Señor. Los contemplativos lo viven y nos lo enseñan con su vida.
Día del amor fraterno
Pero esta misma Iglesia, celebraba el Domingo siguiente el Día del amor fraterno. Y CÁRITAS nos invitaba a encontrarnos con Dios en los hermanos. Esta Organización que quiere ser el corazón caritativo de la Iglesia, promueve la fraternidad, la acogida de los otros, la atención a los más pobres, la defensa de los derechos de la persona, la educación para el amor y el servicio.
Es tanto el bien que hay que hacer, que tal vez en muchos momentos, nos pase como a Marta, que el Señor nos tenga que reñir cariñosamente por abandonar la oración: "Marta; andas inquieta y nerviosa por tantas cosas..."
Y con todos los que trabajan en las Parroquias sirviendo a los hermanos, la Iglesia tiene un enorme tejido de amor, atendido por religiosos y religiosas, con Residencias de ancianos, orfanatos, Casas de atención a marginados, minusválidos, enfermos de SIDA, colegios, etc.
Para la Iglesia, siempre es verdad lo que dice Juan Pablo II: "El hombre es el camino de la Iglesia". (CA. 53)
Dos en uno
Pero en cada uno de nosotros, seguidores de Jesús, se tienen que dar los dos estilos de vida: acción y contemplación. Rezar porque Dios es siempre lo primero. Servir a los hermanos, porque Dios se nos manifiesta en ellos. Y en ellos le tenemos que servir. Contemplativos en la acción.
Así de claro lo oímos el Domingo pasado. "Amarás a Dios con todo tu corazón... y al prójimo como a ti mismo". Así vivió María, la Madre, su peregrinación de la fe.
+MONS. JOSÉ MARÍA CONGET